Nos acercamos a una conífera siempre verde de gran originalidad como es el tejo. En esta ocasión se trata de los conocidos como culto. Al norte de la provincia de Burgos, dentro de las Merindades. Curiosamente a menos de treinta metros, sobrevive otro ejemplar, de menor porte, frondosidad y tamaño, enraizado al hormigón de una infraestructura viaria, como se detallan en las imágenes del video adjunto.
Esta especie es un grato ejemplo de árbol dioico, con ejemplares machos y hembras. En Febrero producen los primeros abundante polen dorado, mientras que los árboles femeninos ostentas sus verdes flores aisladas, sin apreciarse a simple vista.
Algunas aves se muestran interesadas por por los rojos y dulces arilos del tejo. Para posteriormente dispersar sus semillas por medio de sus excrementos y contribuir a la reproducción de la especie. En este caso, el tejo de esta entrada contaba con atractivos frutos para hipotéticos estómagos agradecidos
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