El topónimo de Omaña designa a una de las comarcas leonesas más singulares.
Enclavada en el extremo occidental de La Montaña de León, la comarca de Omaña coincide en su mayor parte con la cuenca hidrográfica del río homónimo. Fue declarada Reserva de la Biosfera el 29 de Junio de 2005.Con una Superficie de 81.159 ha. comprende seis municipios integrados dentro de la Reserva y tres figuras importantes de protección:
· Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA).
· Lugar de Importancia Comunitaria (LIC).
· Espacio Natural .
La cubierta vegetal permanente en la zona se estructura, en función de cinco tipos básicos de vegetación natural: los montes de rebollo, los abedualares, los matorrales, los pastizales y los bosques de ribera. El abedul se comporta como una especie frugal, poco exigente en cuanto a la calidad de los suelos, pero con una nítida preferencia por los sustratos ácidos. Une a esta frugalidad una marcada apetencia por los ambientes bien iluminados. "El bosque de abedul de mayor extensión es el de Fasgar-Vegapujín, pues forma una mancha continua desde el collado de Ocidiello, en Fasgar, hasta el valle de La Vega de la Muñeca,en Vegapujín. Cubre una superficie de 365 hectáreas, sobre un relieve accidentado en el que el abedular ocupa todas las laderas orientadas al norte. Los árboles más bajos se sitúan cerca de Vegapujín, en torno a los 1.325 metros, mientras los más altos rozan los 1.800 metros en el umbral del circo glaciar de Arcos del Agua". En palabras del profesor Alipio García de Celis.
Según PÉREZ GARCÍA, M. M. (1983): Flora y vegetación de la Comarca de Omaña. Tesis Doctoral. Facultad de Biología, Universidad de León se pueden distinguir dos grandes grupos. "En primer lugar el integrado por aquellos que se sitúan en sectores ricos en humus saturado y nitratos de origen vegetal con condiciones de cierta hidromorfía. El abedul comparte protagonismo con especies propias de robledales y hayedos como Sorbus aucuparia,Fraxinus excelsior y Corylus avellana, si bien aparecen algunos hemicriptófitos característicos de estas condiciones como Adenostyles alliariae subsp. pyrenaica, Valeriana pyrenaica, Chaerophyllum hirsutum, Silene dioica o Angelica major. El estrato arbustivo se completa con Calluna vulgaris, Erica arborea, Cytisus purgans y Rhamnus alpinus, y el herbáceo con taxones como Cirsium palustre, Antoxhanthum odoratum, Poa trivialis, Bellis perennis o Cirsium rivulare.
En el resto de localizaciones, más habituales, aparece un extenso grupo de abedulares que difieren un tanto de los anteriores en la composición florística. Junto al abedul, hace acto de presencia de nuevo el serbal de cazadores como elemento arbóreo o, más bien, arborescente.
Y en el estrato arbustivo son frecuentes algunos elementos indicadores: Erica arborea y Vaccinium myrtillus. Esta composición se completa con algunas herbáceas como Veronica officinalis, Corydalis claviculata, Deschampsia flexuosa subsp. iberica, Crepis lampsanoides, Erytronium dens-canis, Euphorbia hyberna, Stellaria holostea, Melampyrus pratense, Arenaria montana o Viola reichembachiana. Tampoco es infrecuente que entren algunos taxones transgresivos de otras formaciones como Genista obtusiramea, Genista florida o Cytisusscoparius".
Como pudimos comprobar de primera meno el cortejo florístico que impregna la cubierta vegetal de la comarca es amplio y variado. Como lo atestiguan las imagenes superior e inferior. Flor del Lis, Flor de Damas, narcisos, sello de salomón, uva de raposo, hierba de San Benito, aguileña, dieron cuentan de nuestro paso por la zona. Ni ellas acertaban a comprender tanta captura fotográfica robandoles su posado estático.
Una riqueza vegetal a raudales que contrasta con la expansión de matorrales, robledales y abedulares realizada sobre antiguas tierras de cultivo, pero también una buena parte ha tenido lugar a costa de praderas y pastizales. Disminuyendo la importancia de la cabaña ganadera en la comarca que ha propiciado la regeneración natural del bosque sin intervención humana.
Estampa de notable colorido la pudimos observar en la zona de transición del bosque mixto, de rebollo y acebo, donde campeaba a sus anchas este notable ejemplar de espino albar.
Chrysolina herbacea de la familia de los crisomélidos se convirtió en un anfitrión inesperado en el bosque de ribera del arroyo que nos acompañó a lo largo de nuestra ruta. Según fuentes cualificadas se le puede considerar como un endemismo propio de la Reserva. Alisedas, choperas y saucedas conforman la vegetación potencial de los margenes de los ríos y arroyos.
Pero el Tejo tambíen se abre paso entre las caducifolias del bosque mixto. Hasta tres pequeños ejemplares como el de la fotografía de la derecha encontramos entorno al abedular del Fasgar-Vagapujín. Emboscado con otras especies confunde su apariencia para no dejar pistas. La Reserva acoge un buen número de especies singulares de fauna, y para algunas constituye su límite de distribución meridional. Así, se encuentran presentes especies en grave peligro de extinción como el oso pardo y el urogallo cantábrico, y endemismos cantábricos, como la liebre de piornal, e ibéricos como el desmán ibérico; además, especies de gran singularidad como la perdiz pardilla, el lobo e importantes poblaciones de trucha común con características muy específicas adaptadas a los cursos de agua de montaña.
Mirar al horizonte y descubrir la inmensidad del bosque mixto cubierto de numerosos ejemplares de Quercus pyrenaica y la presencia en primer plano del Gamón que nos indica la zona de transición del rebollo con otros ejemplares. El águila culebrera sobrevuela nuestras cabezas oteando desde el cielo nuestros movimientos.
Al principio comentabamos que era una regenarción natural, el abandono de las tierras de cultivo y de las extracciones de mineral en época de los romanos unidas a la perdida de la cabaña ganadera habían moldeado a su antojo el paisaje. Pero también se han producido intentos de plantaciones de otras especies en zonas elevadas del terreno, como se muestra en la imagen superior. Alejándose del consejo que le dió el monte al Ingeniero: "No me toques que yo sólo me regenero".
La cumbre del Tambarón (2.102 m) ofrece panorámicas esplendidas que van más alla de Babia, Luna y los Valles del Sil. Entre sus circos glaciares manan fuentes caudalosas y se extiende profundas pradeas camperas en cuyos alrededores florecen gencianas, sabinas rastreras y arándanos.