sábado, 27 de abril de 2024

LAS HAYAS DEL ARNOTEGI Y SU VEGETACIÓN ASOCIADA


La incidencia de los primeros rayos de sol  posibilitan que durante la Primavera, recién estrenada, los frondosos árboles y arbustos caducifolios de este paraje se colorean de un tono verde, mientras a ras de suelo las flores empiezan a poblar los terrenos. Majuelos, cerezos y endrinos aromatizan  y adornan de flores blanquecinas del entorno. Las hayas muestran su mejor vestimenta. Pobladas de brotes nuevos, sirven de refugio para martas y tejones emboscadas en tareas de reproducción.
La orchis mascula, un poco arrugada nos recibe en una empinada cuesta. Su tiempo se agota, para dar paso a otras orquídeas que florecerán durante el mes siguiente.
La umbría se agradece en este trayecto vespertino, con un tiempo caluroso. El refugio y las antenas de telecomunicaciones rompen el paisaje vegetal. Las vistas desde aquí arriba son gratificantes, dominando todo el horizonte del gran área metropolitana de Bilbao.

LA MIRADA DEL HALCÓN DE URIZAR


A su manera y con un vuelo perspicaz, descubre detalles que a los humanos se nos escapan. Surca el cielo del entorno de Urizar, cercano a la costa de Armintza en el municipio de Lemoiz. Nuestro cuaderno de campo se llena de pequeñas notas: encinas vigorosas camufladas en la subida hacia la cota de Urizamendi; mariposas retadoras que no se camuflan ante la mirada de extraños por sus lindes; la campiña atlántica domina en el horizonte lejano mientras ascendemos; la costa y sus acantilados esconden refugios de aves y experimentos de energías eólicas; el Dios Eolo atiza con fuerza por este lugar, otorgando a los árboles formas naturales abstractas. Un entorno poco transitado para conocer mejor nuestro bosque autóctono, con vistas panorámicas espectaculares cuando reina el buen tiempo.

EN BUSCA DE LA PRESA DE ARTIBA


Resulta agradable pasear por paisajes cercanos, desconocidos que esconden una riqueza arbustiva que no cotiza en los grandes mercados bursátiles madereros El agua, es nuestra protagonista. No muy abundante, porque inmersos en la Primavera no ha llovido en demasía. La carretera se empina, con cuestas de un alto porcentaje, dignas de escalar para ciclistas con cierta cadencia. El tramo es corto, pero los alisos, sauces y fresnos, enriquecen el curso del arroyo Azordiaga. Las jaras aprovechan la umbría de las cunetas para florecer. Las mariposas liban el néctar de las flores que circundan el recorrido. El pasado minero e industrial de la zona aún conserva alguna galería abierta. Una vez coronado el trayecto, el embalse languidece sin extraños que lo perturben. Toca regresar deshaciendo la ruta para fijarse en detalles que en la subida no percibimos.