lunes, 31 de marzo de 2008

LOS ÁRBOLES MÁS SINGULARES DEL MUNDO



A pesar de ser únicos por su edad, su tamaño o su importancia para el resto de seres del bosque, no se encuentran suficientemente protegidos
El 21 de marzo se celebrará el Día Forestal Mundial, una jornada en la que miles de personas plantarán un árbol como símbolo de defensa de la naturaleza. Ahora bien, los recién llegados no son el único patrimonio arbóreo importante. Los árboles singulares, algunos con más de mil años de edad o del tamaño de un rascacielos, no están suficientemente protegidos en opinión de los especialistas, a pesar de su trascendencia ecológica, histórica y cultural. Por ello, diversas asociaciones y expertos reivindican la importancia de estos seres vivos únicos y solicitan diversas medidas para su protección.


Autor: Por ALEX FERNÁNDEZ MUERZA
Fecha de publicación: 19 de marzo de 2008 , FUENTE EROSKI DIGITAL


Árboles singulares en el mundo y España

Árboles viejos, singulares, monumentales, gigantes, notables, históricos... Se les denomina de diversas maneras, pero todos ellos cuentan con unas características "extraordinarias de rareza, porte, edad, significado histórico, cultural o científico", según José Manuel Sánchez de Lorenzo, experto en botánica y plantas ornamentales.

No obstante, este especialista reconoce que se trata de aspectos más o menos subjetivos, por lo que considera necesario la confección de un catálogo elaborado con criterio. Asimismo, los especialistas también reconocen que resulta difícil establecer de manera precisa las características precisas en cuanto a edad de estos ejemplares.
En cualquier caso, algunos de estos árboles han pasado a formar parte de records mundiales, o cuando menos, a ser recordados en las ciudades o provincias en las que viven. Por ejemplo, las montañas de Nevada, en Estados Unidos, dan cobijo al árbol más anciano del mundo. El
Pinus longaeva, también conocido como Pino de Bristlecone, ha visto pasar 50 siglos de historia a su alrededor. Para ello, este árbol ha sabido adaptarse con éxito a todo tipo de condiciones adversas, gracias a una estrategia de conservación energética que le ayuda a sobrevivir.
"Hyperion", una secuoya ubicada en los bosques del norte de California es, con sus 115,5 metros, el árbol de más altura del mundo
Por su parte, el récord de altura mundial lo ostenta la Sequoia roja (
Sequoia sempervirens), también en Estados Unidos, con sus 100 metros desde el suelo hasta la copa. En concreto, "Hyperion", una secuoya ubicada en los bosques del norte de California es, con sus 115,5 metros, el árbol de más altura del mundo conocido en la actualidad.
En España también se pueden encontrar
diversos tipos de árboles singulares, monumentales o notables. Los Tejos de Rascafría, en la Comunidad de Madrid, se consideran los más grandes del país, además de los más ancianos: El Tejo de la Hilera, en Guadarrama, podría tener cinco siglos de edad.
El "Abuelo", un eucalipto blanco (Eucalyptus globulus) ubicado en el Concejo de Viveiro (Lugo), supera los 80 metros de altura y los 2,50 metros de diámetro, lo que le convierte por algunos expertos en
el más grande de España.
Por su parte, el Tejo de Añisclo, en Huesca, podría ser el más longevo de España, gracias a sus 1.800 años aproximados de edad. En cuanto a árboles muy relacionados con la historia cabe destacar el roble (Quercus robur) de la Casa de Juntas de Gernika.
En este sentido, merece la pena adentrarse en libros como "Árboles Monumentales de España", de los autores Bernabé Maya Sánchez, José Plumed Sancho y José Maya Sánchez, o en "Árboles, leyendas vivas", de Susana Domínguez-Lerena y Ezequiel Martínez, para conocer más sobre la gran riqueza de los árboles singulares españoles.


Por qué son tan importantes

Además de sus increíbles marcas, su belleza o su valor dentro de la historia o la cultura, este tipo de árboles son muy importantes desde el punto de vista ecológico, como subrayan los responsables de la asociación Amigos de los Árboles Viejos.

En este sentido, estos seres vivos, tanto los que se mantienen en pie como los que caen al suelo, son imprescindibles para el mantenimiento de una variada biodiversidad de flora y fauna que se alimenta de madera muerta o se refugia en sus huecos y grietas. Por ello, la conservación de los árboles viejos y de los bosques maduros contribuye también a preservar una gran cantidad de especies que dependen de este patrimonio arbóreo.
En el caso de la flora, son muchas las especies de líquenes, musgos, helechos, etc. que requieren de estos ancianos seres para sobrevivir. Por ejemplo, muchas clases de hongos emplean un tipo de simbiosis denominada "
micorriza", clave en la naturaleza. Por su parte, los denominados hongos "saprótrofos" se alimentan de las hojas, ramas, así como del propio árbol una vez muerto.

En cuanto a la fauna, los ejemplos también son muy numerosos. Así, cierta clase de insectos depende totalmente de la presencia de árboles viejos y madera muerta para sobrevivir. Por ejemplo, los ciervos volantes (Lucanus cervus) se alimentan de savia de los árboles maduros.
Más de un tercio de las aves utilizan las cavidades de estos árboles para descansar, vivir, criar, reproducirse y alimentarse

Por su parte, los científicos calculan que más de un tercio de las aves utilizan las cavidades de estos árboles para descansar, vivir, criar, reproducirse y alimentarse. Por ejemplo, se ha observado la desaparición coincidente de este tipo de árboles con la de algunas especies de pájaros carpinteros. Asimismo, ciertas especies de rapaces nocturnas como el Búho Real (Bubo bubo) y el Chico (Asio otus), la Lechuza Común (Tyto alba), el Mochuelo Común (Athene noctua) y el Boreal (Aegolius funereus), etc., emplean los huecos de estos árboles para nidificar.
Otros animales también dependen en mayor o menor medida de estos árboles octogenarios. La mayoría de los murciélagos encuentra un buen número de los insectos que les sirven de alimento en estos bosques viejos, además de protegerles contra el viento y posibles predadores.

Asimismo, los responsables de la asociación Amigos de los Árboles Viejos recuerdan que también constituyen una reserva genética que podría no encontrarse en los árboles más jóvenes.

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