lunes, 22 de noviembre de 2010

LA ANESTESIA ES EL OLVIDO

Por estas fechas y desde hace ya unos años, venimos celebrando todos los otoños el día de los bosques autóctonos, 23 de Noviembre concretamente.
Instituido por ARBA la vieja ha sido posteriormente adoptado por otras asociaciones naturalísticas y ecologístas como símbolo conjunto y complejo, capaz de englobar varios ideales.
La fecha se elige principalmente porque señala el inicio de la temporada real de plantaciones de árboles, temporada que, según los años, puede haber empezado 15 ó 20 días antes y que llegará hasta el mes de marzo, momento que nunca se debería superar, así que con esta fecha también se pretende enseñar que no es la primavera la mejor época para la plantación de árboles, como piensa una gran parte de la población.
Para conmemorar esta efeméride combinamos poesía e imagen, solapando el HIMNO AL ÁRBOL de Gabriela Mistral con el clic, clic, clic fotográfico de los txirpiales y su cita anual en el Parque de Dª Casilda en Bilbao.



Árbol hermano, que clavado
por garfios pardos en el suelo,
la clara frente has elevado
en una intensa sed de cielo;

hazme piadoso hacia la escoria
de cuyos limos me mantengo,
sin que se duerma la memoria
del país azul de donde vengo.

Árbol que anuncias al viandante
la suavidad de tu presencia
con tu amplia sombra refrescante
y con el nimbo de tu esencia:

haz que revele mi presencia,
en las praderas de la vida,
mi suave y cálida influencia
de criatura bendecida.



Árbol diez veces productor:
el de la poma sonrosada,
el del madero constructor,
el de la brisa perfumada,
el del follaje amparador;

el de las gomas suavizantes
y las resinas milagrosas,
pleno de brazos agobiantes
y de gargantas melodiosas:

hazme en el dar un opulento
¡para igualarte en lo fecundo,
el corazón y el pensamiento
se me hagan vastos como el mundo!


Y todas las actividades
no lleguen nunca a fatigarme:
¡las magnas prodigalidades
salgan de mí sin agotarme!

Árbol donde es tan sosegada
la pulsación del existir,
y ves mis fuerzas la agitada
fiebre del mundo consumir:

hazme sereno, hazme sereno,
de la viril serenidad
que dio a los mármoles helenos
su soplo de divinidad.



Árbol que no eres otra cosa
que dulce entraña de mujer,
pues cada rama mece airosa
en cada leve nido un ser:

dame un follaje vasto y denso,
tanto como han de precisar
los que en el bosque humano, inmenso,
rama no hallaron para hogar.

Árbol que donde quiera aliente
tu cuerpo lleno de vigor,
levantarás eternamente
el mismo gesto amparador:

haz que a través de todo estado
¿niñez, vejez, placer, dolor?
levante mi alma un invariado
y universal gesto de amor.

P.D. ¿Pór qué debemos recordarlo todos los años esta celebración? Porque aquellos que se vacunan contra todo tipo de epidemias, víricas y sociales, se olvidan que su anestesia no es eficaz en este caso.

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