martes, 6 de agosto de 2013

DETRÁS DEL SIRIMIRI

Primeras gotas del verano. Los insectos al igual que el resto de los mortales también las necesitan. Encontramos a esta mosca peleándose con su almuerzo en una lucha por la supervivencia. ¿Quién resiste más?

El mundillo, Viburnum opalus, cuya característica llamativa de su fruto en baya de color rojo brillante,lo podemos encontrar como es este caso en bosques húmedos, espesuras y setos. Poco a poco las hojas van adquiriendo el tono rojizo característico de la estación otoñal.

El espino cerval, Rhamnus cathartica muestra sus frutos aún de color verde, tiempo tendrá para ir madurándolos. Mientras tanto las gotas de la lluvia resbalan por sus hojas lavando su imagen.
 Dos muestras de las gotas tempranas. Las primeras se muestras agrupadas, mezcladas, inmiscuidas sobre la hierba del prado. Esta humedad relativa le ayuda a tunear el verde intenso de la pradera.
 
En cambio esta otra nos muestra el avance pausado, pero continuo del leve descenso de una gota sobre un fruto de un arbusto en proceso de maduración.

La libélula  cordulegaster la retratamos entretenida sobre esta gramínea. Al contrario del resto de especies que ilustran este texto, ésta prefirió acercarse a las plantas que estaban secas, huyendo por el momento de la humedad veraniega.

 Seguimos avanzando en el itinerario y nos detenemos sobre esta mariposa en busca de alimento fresco. Entretenida en saciar su apetito no percibe que en cualquier momento puede caer sobre su cuerpo una intensa gota que rocíe su frágil cuerpo. A lo mejor no se ha duchado todavía.

Este minúsculo insecto se muestra agazapado, timorato, receloso de quién le apunta con un aparato demasiado grande en busca de esta imagen significativa. Se  encuentra a la espera de que su intento de camuflaje pase desapercibido a los ojos del observador.

El yezgo, Sambucus Ebulus, propio de zonas húmedas, como en las que nos encontramos, clarea sobre el resto de herbáceas, arbustos y setos  que dominan el paisaje por el que nos movemos.
 No nos olvidamos de las flores, que agradecen la ligera lluvia intensa pero suave que las baña. En este primer caso esta Epilobium perteneciente a la familia Onagraceae, nos muestra todo su colorido y esplendor veraniego.

Mientras que esta otra Centaurium, de cuya variedad existen una cincuentas especies de planta perteneciente a la familia Gencianacea.

 Este caballito del diablo pertenece a la familia de los Lestidos y para hacer honor a su nombre no dejo de cabalgar de arbusto en arbusto huyendo de la máquina que le retrata y le pertuba en su quehacer cotidiano.
Finalizamos el trayecto matutino, agradecidos al sirimiri que nos ha refrescado gratamente de ,los calores veraniegos. Nos detenemos en esta Milenrama, Achillea Millefolium que entre sus utilidades medicinales tienen efectos cicatrizantes sobre las heridas. 

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