Dentro de la reserva de la Biosfera de Urdaibai, en el municipio de Mundaka se encuentra la ruta de las lamias. Esos seres mitológicos femeninos con pies de ave y largos cabellos que moraban en las orillas de los ríos. No vimos ninguna por el camino pero por el contrario si observamos la única achicoria silvestre que aún perdura en este entorno.
La familia de los salix, sauce si que se encuentra notablemente representada. La cercanía del mar y el paisaje húmedo de la zona facilitan su dispersión sobre el terreno. Para muestra , una imagen como la de arriba
En las proximidades de las ruinas de la ermita de Lamiaran escuchamos un ligero ruido de sobresalto. Un corcino joven intenta salvaguardar sus patas de los helechos y argomas de la pradera. El ruido de un vehículo le obliga a salir de sus escondite emprendiendo una fuga veloz por la pista de tierra y realizar un salto comparable a cualquier atleta de salto de vallas.
Comienza a llover en un tramo de tendida pendiente. Al final del ascenso encontramos los frutos de la Gayuba de la imagen superior en dos tonalidades: roja y negra, maduros e inmaduros.
Un ligero y continuado descenso entre los puestos de caza balizados nos lleva a detenernos ante el estoico pose de perfil de esta mariposa. Intenta camuflarse entre la vegetación para pasar desapercibida ante nuestros ojos.
Otro de los frutos generosos que nos ofrecen nuestros arbustos por estas latitudes es el de la fotografía: el endrino. La cosecha de patxaran de este año puede abastecerse de este fruto carnoso, oscuro y de cierto grosor que luego hará amenas nuestras tertulias veraniegas.
La campiña atlántica se muestra vigorosa durante esta estación. Los prados de siega, pequeñas huertas y animales domésticos pacen en su terreno. Higueras, madroños, espinos albares, cornejos, avellanos y zarzamoras con su primeras moras dotan al paisaje de un aroma enjuto.
Pero no son los únicos. El nogal en las proximidades del caserío junto con algunas encinas, robles y abedules dentro de fincas privadas son algunas de la especies arbóreas que llegamos a descifrar. Además de árboles frutales como perales y manzanos dentro de los límites del caserío.
Llegando a Bermeo, por esta ruta circular, nos detenemos a contemplar este gallo del país, que pasta cautivo rodeado de su harén particular, de gallinas en espera de un futuro incierto, allá por Navidad.
En el puerto de Bermeo concluye esta travesía. Desde este punto retomamos nuestros paso en dirección Mundaka por el paseo que discurre paralelo a la carretera y con espléndidas vista a la Isla de Izaro y la plataforma denominada la Gaviota, perdida en el horizonte.
Una última parada en la Ermita de Santa Catalina, enclavada a la entrada de la ría, nos permite obtener esta instantánea de su interior y guiarnos en próximas singladuras bajo su protección.
No hay comentarios:
Publicar un comentario