Cuando la lluvia humedece la campiña atlántica en el mes de mayo la brinda un aspecto secular. Las primeras gotas de la mañana aportan un frescor especial a los prados naturales y artificiales con sus hierbas altas, a punto de la siega.
El mes de mayo es por excelencia el de las flores.y por extensión de las orquídeas. La serapias cordigera abunda en las praderas de siega por las que nos acercamos. Su hermosa lengua llama poderosamente la atención para los neófitos en la materia.
No pasa igualmente desapercibida la ophrys apifera. Al borde un prado se muestra en todo su esplendor. Aclamada por un incesante "cri-cri,cri-cri", el sonido de fondo que producen los grillos, principalmente los machos que debido al raspado de las alas anteriores y de las patas posteriores producen esa estridulación.
Un penetrante aroma a rosas de una vivienda cercana embriaga el camino por el que avanzamos. Nos adentramos en el paraíso de los insectos y las primeras horas del día nos resultan oportunas para observar su hábitat natural. Como es el caso de estas dos mariposas: Vanesa Atalanta y Hyponephele lupina.
Se acerca el momento de observar al abejorro terrestre. Es el primero en libar las flores por la mañana como es el caso de la fotografía inferior y también suele aparecer después de un chaparrón, como el que ha sucedido esta matinal.
Aprovechando las pizcas de lluvia es oportuno emplear todos nuestros recursos fotográficos y deleitarnos con esta super gota como se mantiene en equilibrio sobre la base de esta hoja. Firme y estoica aguantando los primeros rayos del sol y acompañada por el soniquete del trinar de los pájaros.
Con la Primavera las campiñas naturales se pueblan de distintos tonos de colores, señal de que su vegetación resulta muy variada. Junto a las gramíneas y leguminosas florecen otras plantas que tiene cierto valor ecológico y paisajístico. Un ejemplo es la margarita que muestra sus lígulas blancas extendidas, con un disco amarillo en el centro.
Concluyendo nuestra ruta circular abandonamos los terrenos de pradería y nos emboscamos por un terreno cubierto de coníferas y bosque mixto. Atravesamos en varios tramos un arroyo que muestra sus aguas cristalinas. Donde fluye la vida y un bioindicador de la buena calidad de sus aguas es este microinvertebrado de la imagen de abajo.
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