sábado, 8 de julio de 2017

DISIPANDO DUDAS, ACLARANDO SUSPICACIAS


Cuando un incendio afecta a un espacio tan protegido, reservado y muy conocido se disparan enseguida las alarmas de notoriedad. Los medios empleados para sofocarlos son casi inmediatos, rápidos y raudos, para evitar los menores daños posibles. Consejeros de Medio Ambiente entrando en directo en los informativos de las cadenas estatales para cuantificar in situ la magnitud del fuego. Pero como bien narra, en una fábula infantil que aprendió de niño, Eduardo Fernández López en una carta al director (xlsemanal julio 2017) :
Mientras un bosque arde huyen todos los animales menos uno. El que se queda intenta sofocar las llamas como puede. Mientras lo hace, uno que pasa a su lado le dice que  no sea loco., ya que el sólo nunca podrá sofocar el incendio. Sin dejar su actividad, el primero  replica: "Es cierto, yo sólo no podré apagar el fuego. Pero al menos estoy haciendo mi parte".
Por descontado queda que algunos son responsables. Y para muestra este editorial de Quercus (1983, nº 8).  A pesar del paso de los años, la política forestal que en el se relata, trae graves consecuencias para los intereses sociales de una determinadas comunidades autónomas, con el paso del tiempo.



 José María Galán, Presidente de la Asociación de Guías de Doñana subrayó en el programa de Radio 3 el bosque habitado: "Lo que no tenemos que repetir es repoblaciones  forestales de pino, masas continuas de los años cincuenta". A lo que añadió: "El bosque está habitado. Los que no están habitados son los cultivos forestales". Para remarcar luego  que "debemos tener unas  políticas forestales que se adapten al siglo XXI". Y claro, dentro de estas iniciativas, existen Administraciones públicas como el Principado de Asturias, que por medio de estos carteles divulgativos optan por especies de frondosas y autóctonas para restaurar su paisaje. Que cunda el ejemplo.




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