sábado, 20 de junio de 2020

AL FINAL DE LA PRIMAVERA

se acerca el final de temporada. Tras el confinamiento nos perdimos gran parte del vigor y resplandor de la estación primaveral. Es el momento de salir, recuperar olores, sabores y aromas. Los tilos y yezgos nos hacen recuperar el sentido del olfato, al pasar a su lado desprenden un aroma especial.

No es necesario subir grandes montañas para apreciar nuestro paisaje.  Desde una pequeña atalaya las manchas de vegetación autóctona cobran fuerza circundando a edificaciones que ocupan el terreno rural y torres de tendido eléctrico que entorpecen la observación. Sirven como de ejemplo de que no todo son cultivos forestales en una parte de nuestro pequeño territorio histórico.


Los hayedos muestran su característico contraste de colores; marrón de las hojas que forman el humus y el verde claro de las incipientes brotes. la ausencia de flores y otros estratos arbustivos  es semejante a lo que sucede en otras estaciones.

Resulta enternecedor comprobar in situ que nuestras especies no entienden de parones que atañen a los seres vivos. Este majestuoso ejemplar de higuera dispone ya de  sus frutos generosos  esperando que adquieren su grado de madurez para exquisitos paladares sacien su apetito. La morera de la fotografía inferior le sucede algo parecido, sus frutos tiñen de color oscuro el asfalto sobre el que se depositan. 
 
Lo que no ha cambiado en este tiempo de reclusión, de control y vigilancia de movimientos de la población es la suciedad y desescombro de todo tipo de basuraleza en lugares no tan apartados de la civilización. Nos infunden mensajes de normalidad pero muchos han aprovechado para seguir incumpliendo normativas locales, forales y autonómicas  en materia de residuos. Parece que lo urgente siempre pasa por delante de lo importante. 

Por nuestra parte, seguiremos vigilantes para conservar nuestros bosques y entornos naturales para evitar ciertos desmanes que habíamos superado. 




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