En 23 kilómetros de recorrido desde Munitibar hasta Lekeitio hay tiempo suficiente para agudizar los 5 sentidos. Sin apenas grandes altitudes que subir, con el río como protagonista, caminando a la par de su curso, el bosque de ribera se convierte en nuestro más firme aliado. Su frondosa vegetación nos proporciona sombra durante el verano y su cristalinas aguas muestran un caudal generoso para estas alturas del año. Molinos de marea, vetustas ferrerías, puentes de piedra señoriales casas y palacios jalonan el trayecto. Encinas, fresnos y robles son testigos del esplendor maderero que posibilitó en épocas pasadas construir barcos, lanzas y obtener carbón para las ferrerías.
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