viernes, 18 de marzo de 2011

LO QUE EL OJO SI VE

La Naturaleza en ocasiones resulta caprichosa. Convierte lo sencillo en complejo, lo real en irreal, lo artfiicial en supremo. Un simple tronco de haya, es el ojo por el que miramos  lo acontecido en el hayedo de Altube.


Si nos mostramos receptivos, observadores y espectantes a lo que nos rodea dentro de este ecosistema tan complejo que es el bosque siempre encontraremos aspectos nuevos, que pueden resultar paganos a los no familiarizados con lo que él nos obsequia. Un ejemplo, este ejemplar de narciso, mostrándose a los cuatro vientos. Para los neófitos, existe una interesante artículo sobre esta especie en la revista Quercus (Marzo 2011) y sus diferentes denominaciones.
El refranero popular normalmente es muy sabio. En contadas ocasiones no se equivoca y uno de los más conocidos es el que reza de la siguiente manera: "Agua que no has de beber, déjala correr" Así se evitarán males innecesarios en formas de gastroenteritis y otras patologías relacionadas con beber agua del río... Consideraciones aparte, la cascada de Altube compone una bella estampa casiprimaveral.

 Agrupados, las enseñanzas naturalísticas se aprenden mejor. Lo que uno pregunta, otro le responde y un tercero puede aportar algo relacionado con la materia. E incluso complementar lo dicho por los anteriores. De esta manera improvisada se forma una tertulia  diferente en la que cada uno aporta su pequeño granito de arena.
 ¿Quién sugirió que en el hayedo no había vida? Cercano al curso del agua, el rusco y su fruto brotan fertilmente demandando la atención de los expedicionarios. Pocos conocían este arbusto tan llamativo.
 Las pímulas o primaveras nos anuncian la eminente llegada de la estación del mismo nombre. Las primeras flores del bosque brotan con vigor en busca de la luz que les aporte vida y sustento en la estación venidera.

 El ramoneo, es otra de las acciones por las cuales los distintos habitantes del bosque  nutren sus estomagos , una muestra que podemos apreciar en estas ramitas de acebo.
 La pulmonaria y su hoja salpicada por esas manchas peculiares empieza a despuntar entre la hojarasca del hayedo, buena señal de que la estación primaveral está muy próxima.

Y por fin, el quercus robur, catalogado  como árbol singular, reluciendo en lo alto de una loma, convenientemente vallado y protegido, componiendo una escultura altiva y en forma de candelabro, apeado de sus hojas, pero con unas raíces potentes y vigorosas enraizadas al terreno.

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