· Fuente El Correo 9-05-14 Fernando J. Përez
La comunión y convivencia con la Naturaleza ha sido para los
vascos uno de los ejes de su existencia desde tiempos inmemoriales. El caserío
como centro de la vida familiar y social es sin duda el más claro ejemplo de
ello. Y dentro de esa Naturaleza, los bosques y quienes lo forman, los árboles,
son elementos centrales dentro de esa concepción de equilibrio entre 'Amaiur'
(Tierra) y Hombre.
Y las muestras de ello son numerosas. A principios del siglo pasado,
el sacerdote, músico, escritor y académico Resurección María de Azkue, registró
la frase ritual que los leñadores vascos dirigían al árbol que iban a cortar:
"Guk botako zaitugu eta barkatu isuzu" ("nosotros te
derribaremos y perdónanos").
Ese respeto y convivialidad con el árbol adquirió a través de los
siglos carácter simbólico y representativo y tiene su más claro
exponente en los robles de Gernika, Aretxabalagana y Arriaga, bajo los que se
reunían las Juntas de Bizkaia y Álava.
El haya, el robles y la encina son los árboles más emblemáticos del
País Vasco. Estrechamente vinculados al caserío y a todo tipo de mitos y
leyendas, a lo largo del tiempo han dado sombra y protección a ermitas, rebaños
y campas de reunión festiva y romería. En lo que se refiere al fresno (lizar),
menos nuimerosos en nuestros bosques pero también con una fuerte simbología, el
lingüista, escritor y académico de la Lengua Vasca Manuel de Lekuona recogió la
siguiente expresión de la tradición oral: "Lizarra ez da bedeinkatu behar;
berez da bedeinkatua" ("el fresno no hace falta bendecir; de por sí
es bendito").
Pero los nuevos tiempos y el progreso saben poco de respeto a las
tradiciones. El avance de los asentamientos humanos y de la explotación
ganadera y agrícola de los montes produjo durante el siglo pasado un claro
retroceso de las masas forestales en Euskadi. Por ello, a principios de los
años noventa del siglo pasado, el Gobierno Vasco realizó un extenso estudio de
árboles a lo largo y ancho de la Comunidad Autónoma que tuvo como resultado un
catálogo de Árboles Singulares que merecían la mayor de las protecciones. Estos
ejemplares abarcan diversas especies y se encuentran en todo tipo de entornos,
incluido el urbano. Repasamos algunos de obligada visita.
Bizkaia
1. Encina de Garai
En un entorno tranquilo y sosegado, en un prado en ladera y
con espectaculares vistas a los montes del Duranguesado, se localiza esta bella encina. La poda periódica
y sistemática de sus ramas a lo largo de varias generaciones, para alimentar al
ganado, ha ido modelándola hasta adquirir su peculiar forma actual,
caracterizada por la anchura y simetría de su copa y la densidad de su follaje.
Proyecta una tupida sombra que, por la amplitud de su copa, cubre una
superficie bajo la cual los lugareños aseguran que ha llegado a cobijarse un
rebaño de 360 ovejas.
Información
útil: La encina de Garai (Quercus ilex ilex)
se sitúa en terrenos del caserío Etxeita, en un empinado prado, unos cien metros al norte del
edificio, junto a un chalet de reciente construcción. Para encontrarla hace
falta llegar a la curva de la carretera entre Goiuria y Garai (BI-3341) donde
se ubica la ermita de Santa Catalina, frente al templo parte una pista
asfaltada que atraviesa un pinar y tras ochocientos metros llega al caserío
Etxeita.
2. Encina de Muxika
En una encrucijada de caminos se eleva majestuoso, fuerte y
corpulento, este magnífico
ejemplar de encina. Su extremadamente ancha copa, característica y
espectacular, proporciona protección y cobijo al ganado, herramientas de
labranza y leña de los caseríos cercanos frente a las inclemencias del tiempo.
La poda de sus ramas ha potenciado su crecimiento en anchura en detrimento de
su altura.
Información
útil: La encina de Muxika (Quercus ilex
ilex) se sitúa en el barrio de San Román. Para encontrarla hace falta circular por la
carretera comarcal BI-6315, que une Amorebieta y Gernika. Frente a la estación
de tren de Muxika, hay que tomar la desviación a la izquierda (según se viene
de Amorebieta) que lleva al barrio de San Román. Tras dos kilómetros, al final
de la barriada y pasados los último caseríos, donde la carretera se dirige ya a
Morga, se encuentra la encina.
3. Roble de Arcentales
Este magnífico ejemplar es un híbrido de rebollo y roble
pedunculado que presenta características de las dos especies. Roza los 40
metros de altura (como un edificio de 10 plantas) con un tronco de casi cuatro
metros de diámetro. La sombra que proyecta (casi 500 m2) ocupa una extensión
semejante a un bloque de pisos mediano. Aunque en esta época este corpulento árbol luce
su verde y lobulado follaje en todo su esplendor, en invierno también merece
una visita al dejar al descubierto su fascinante laberinto de troncos
secundarios y ramas.
Información
útil: El roble de Arcentales (Quercus x andegavensis) se sitúa a
las afueras del barrio de San Miguel, en la ribera del arroyo Pedreo. Para
encontrarla hace falta ir por la carretera entre los barrios de San Miguel y
Rebollar, a unos cuatrocientos
metros del primero y tras una amplia curva, a la derecha del asfalto nace una
senda con una barandilla de madera que cruza el arroyo Pedreo y lleva a los
pies del roble.
4 y 5. Tejos de Arimekorta (Aginalde y Aginarte)
Aginalde y Aginarte son los nombres de los refugios que se
encuentran en las proximidades de estos dos tejos protegidos que se ubican en
los prados de Arimekorta, situados al noreste de Gorbeia, dentro del Parque
Natural del mismo nombre. Sus
nombres hacen referencia directa a este árbol, en euskera 'agin'. Su gran
tamaño, la caprichosa forma de sus copas y su roja corteza han sido motivo para
se incluido en el catálogo de Árboles Singulares. Por otra parte, su carácter
autóctono, unido a la progresiva disminución en el número de ejemplares, ha
propiciado la protección de esta especie en todo el País Vasco. Teniendo en
cuenta que no es una especie de gran porte, estos dos ejemplares son de los más
grandes que se conocen.
El tejo es una de las especies mas emblemáticas y simbólicas
de Euskadi. Puede llegar a vivir más de mil años y ha sido venerado por los
vascos desde tiempo inmemorial formando parte
de muchos de sus rituales. Su frecuente presencia en cementerios e iglesias ha
permitido perpetuar el halo de misterio y sacralidad que le envuelve.
Antiguamente, era habitual encontrarlo en las plazas de los pueblos, donde a su
sombra se celebraba el concejo abierto, igual que encinas y robles.
Este árbol es conocido por la alta toxicidad de toda la
planta, a excepción del arillo carnoso que envuelve a la semilla. De hecho, los
antiguos vascones, así como otros pueblos guerreros, utilizaban las semillas
como veneno para suicidarse cuando
se encontraban acorralados por el enemigo o caían presos.
Información
útil: Para llegar al Tejo de Aginalde: Desde Zeanuri
seguir la carretera que pasa junto al pantano y se dirige hacia Ipiñaburu. Aunque antes del
legar a esta barriada hay que tomar el desvío que pasa por Lambreabe y asciende
hasta el embalse de Iondiagorta. Allí se puede dejar el coche y subir por una
pista de cemento hasta los prados de Arimekorta en un sencillo y agradable
paseo. Nada más acceder a las campas, el refugio de Aginalde está a la
izquierda, con el tejo enfrente. Tejo
de Aginarte: Una vez en
Arimekorta, continuar por la pista empedrada que se dirige a
los grandes refugios que se ven arriba a la derecha (Lemona, Baskonia...),
aunque hay que abandonarla en el primer desvío a la izquierda para seguir un
camino que lleva, tras una revuelta final, al refugio de Aginarte. Según
miramos de frente a la edificación, el Tejo queda a nuestra derecha.
Alava
6. Fresno de Santa Teodosia
Con objeto de dar abrigo y protección a al ermita de Santa
Teodosia, ubicada en un collado que da acceso a la Sierra de Entzia desde el
Valle de Arana, a mil metros de altitud, en la parte posterior de la misma fue
plantado un pequeño grupo de fresnos. Dicho bosquete lo forman actualmente trece árboles de distintas
edades y tamaños, algunos ya centenarios, entre
los que destaca este fresno con más de 23 m de altura, el más grande e
inconfundible por el pequeño agujero que hay en su base. La de Santa Teodosia
es una las pocas fresnedas que quedan en el País Vasco, que han sucumbido a la
presión de los asentamientos humanos y de la actividad agrícola y ganadera.
El frenso se consideraba símbolo de la justicia divina en la
antigua Grecia y se dice que es el único árbol al que no se acercan las
serpientes, por lo que a su sombra es el lugar ideal para descansar en el campo.
Santa Teodosia ha sido hito importante de viejas rutas
comerciales. Tuvo hospedería y ermitaño, y aún conserva su cofradía.
Información
útil: El fresno de santa Teodosia (Fraxinus excelsior) se sitúa en
la ermita de Santa Teodosia, en la parzonería de Entzia. El ejemplar elegido es
el más próximo al extremo noroeste de la ermita. Para llegar a él hay que ir
desde San Vicente de Arana, donde una carretera de dos kilómetros asciende
hasta la Ermita de Santa Teodosia. Los más andarines pueden ascender desde el
pueblo a pie siguiendo el sendero balizado PR-A.66, que tras una primera parte por la carretera, en su tramo
final antes de llegar a la ermita discurre por un bello sendero en medio de un
hayedo. E incluso ascender al cercano Abitigarra siguiendo el cordal desde
Santa Teodosia.
7. Encina de Artziniega
Cuenta la leyenda que una pastorcita encontró escondida en una
encina de estos alrededores una imagen de la Virgen. Existe otra versión, según
la cuál fue la propia Virgen la que se apareció en las ramas de una encina.
Este centenario ejemplar de imponente porte es el símbolo de esta tradición
representando a la propia villa de Artziniega, en cuyo escudo aparece una
encina. A su lado se encuentra otro hermoso ejemplar, plantado en 1918,
descendiente de la primera. A principios de siglo, bajo esta corpulenta encina
se realizaba el pago del impuesto del ganado para entrar en el ferial el 8 de
septiembre (la Natividad de Nuestra Señora), fiesta patronal del pueblo.
Información
útil: La encina de Artziniega (Quercus ilex ilex) se sitúa en los
jardines del Santuario de Nuestra Señora de la Encina de Artziniega, que se
encuentra a menos de un
kilómetro del pueblo, en la carretera comarcal BI-6210 a Balmaseda.
8. Encina Juradera de Angosto
Bajo la copa de esta esbelta
y centenaria encina se celebraban las Juntas de los Caballeros Hijosdalgos del
Real Valle de Valdegobia. En estas reuniones periódicas anuales los caballeros
se disponían en círculo en este lugar denominado Crucijada de las Juntas. Esta
tradición data de la Edad Media. Los hijosdalgos eran nobles sin título,
descendientes de los guerreros que lucharon contra la invasión musulmana
durante la reconquista.
Información
útil: La encina Juradera de Angosto (Quercus ilex ilex) se sitúa
cerca del Monasterio de Ntra. Señora de Angosto (Villanañe). Frente al
aparcamiento del Monasterio de Nuestra Señora de Angosto,al otro lado de la
carretera, parte un camino y unos
metros más arriba tuerce a la izquierda y lleva hasta una pequeña portilla. Al
otro la de ella se encuentra la campa con la encina.
9. Roble de Ondategi
Este bello roble de gran envergadura extiende sus ramas
sobre la landa de Sarragoa, en Ondategi, creando un espectacular entramado de
texturas y colores diferentes. Generación tras generación, su follaje ha dado
sombra y cobijo al ganado y sus bellotas les han servido como alimento. En los años anteriores a la
Guerra Civil, el día de San Lorenzo (10 de Agosto) celebraba su romería al
cobijo de su amplia copa. Este era amenizado por la armónica de algún mozo
local, ya que la escasez de recursos económicos solamente permitía traer
músicos por las fiestas de Santa Lucia (13 de diciembre).
Información
útil:: El roble pedunculado (Quercus robur)
se sitúa en el pueblo de Ondategi, en su límite suroeste, al final de la calle
que parte a la izquierda de la
iglesia .
10. Tejo de Antoñana
Este añoso ejemplar de tejo macho destaca por su gran
tamaño, con más de 13 m de altura y 5,3 m de diámetro de tronco. También llama la atención el
extraordinario y simétrico desarrollo de su copa, que alcanza los 18 m de
anchura. Se halla ubicado en el término denominado 'Los Agines', en la pared
este del monte Soila, dentro del Parque Natural de Izki.
Información
útil: El tejo de Antoñana (Taxus baccata) se sitúa en el cantil
rocoso de la ladera oriental del monte Soila, en Antoñana (Campezo). Para
llegar, desde la antigua estación de Antoñana (Vía Verde) hay que seguir las
balizas de la Senda 'El Agin', que tras dos kilómetros de ascensión llega al
Tejo. Unos metros antes pasa por
una zona de tilos, uno de los cuales también está declarado Árbol Singular. Si
seguimos el sendero llegaremos hasta el cordal cimero del Soila, cuya cima se
encuentra en su extremo sur (izquierda).
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