Los hongos aprovechan la humedad del entorno para agarrase a cualquier sitio. En este caso sobre la madera muerta, no en este caso, para cobijar una importante colonia de setas.
El musgo tapiza los rincones más inverosímiles de este pequeño bosque de galería o de ribera. Adquiere un color llamativo y fresco que cubre las partes bajas de los árboles y los troncos caídos.
El arroyo Goietxa, en el municipio de Sondika muestra un caudal aceptable en esta estación del año. Incluso emite un clamoroso sonido en esta improvisada cascada en uno de sus tramos.
Más abajo las hojas otoñales de los alisos, sauces y fresnos que adornan su recorrido componen un cuadro casi abstracto sobre el propio caudal del arroyo. Se amontonan y confunden con las piedras del propio arroyo.
Dos detalles de las hojas durante el Otoño. En la de arriba vemos como se va alterando el tradicional color verde de la hoja. Hacia tonos cobrizos, amarillentos y oscuros.La moda otoñal también llega a nuestros bosques.
En esta otra toma observamos el tapizado multifoliar de las hojas que cubren el sendero por el cual atravesamos. Un buen momento para reconocer los árboles que nos rodean y si se quiere, recopilar unas cuantas hojas para nuestro herbario personal.
Seguimos avanzando en nuestro camino y nos topamos con esta pequeña fuente, que nos permite parar y echar un buen trago de este agua fresca que nace en esta pequeña ladera de camino a Artxanda.
LLega el momento de recolectar. Aprovecharnos de estos frutos generosos que nos proporcionan nuestros árboles en esta época. Las bellotas de la encina son material codiciado para aquellos que nos dedicamos a sembrar en terrenos yermos, desprovistos de vegetación.
Esta vetusta encina ubicada al lado de la ermita de San Roque en Artxanda ha sido testigo mudo de innumerables escenas. Principalmente como muro defensivo del cinturón de hierro durante la guerra civil, donde en algún recóndito trozo de su corteza esconde alguna muesca de bala de la contienda.
Por otra parte, este abedul de porte excelso, empieza a mudar sus hojas dejando al desnudo sus angostas ramas.
Nos aprovechamos igualmente de los frutos de este generoso bonetero para recolectar unas cuantas semillas que nos sirvan para conservar su especie en futuras restauraciones del paisaje.
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