"Brotes derecha o torcida con esa humildad que cede sólo a la ley de la vida,
que es vivir como se puede. El campo mismo se hizo árbol en ti, parda encina".
Antonio Machado, La encina.
Este ecosistema no es de paisajes espectaculares ni de un interés naturalístico relevante, pero es muy representativa del entorno natural que nos encontramos en gran parte de Bizkaia. Es una zona muy alterada en su paisaje con gran proliferación de cultivos forestales de la especie Pinus radiata sustituyendo a las especies autóctonas. Este encinar es un caso de supervivencia frente a esta agresión debido a que se desarrolla sobre suelos pobres no aptos para su explotación forestal. Debido a su escasez, estos enclaves tienen gran valor como reductos de la vegetación que debería ocupar estos terrenos.
Las hojas ovaladas se parecen a las del acebo (ilex en latín), de donde toma su nombre. En ocasiones, cuando son jóvenes presentan espinas; el haz de las hojas es de color oscuro y son perennes. El envés de la hoja, de color grisáceo, presenta una serie de pelitos finos que reflejan la luz para poder captar un capa de aire inmóvil junto ala hoja que permite reducir la evaporación. Fuente: Drori, Jonathan, La vuelta al mundo en 80 árboles, 2019, pag,48)
Se trata de un árbol robusto con una enorme capa de ramas muy frondosas. La Península Ibérica es el lugar del mundo donde más superficie de encinar hay; se calcula que más del 70% de nuestros bosques potenciales serían encinares en época prerromana. Tiene la peculiaridad de poder ser a la vez árbol y matorral ( en este caso se la suele denominar chaparra o carrasca). Los carrascales sustituyen a los encinares tras la tala o quema, por tanto la encina se sustituye a sí misma como matorral. La encina catalana o Alsina (Quercus ilex subsp. ilex) es máscostera y necesita un clima más templado; forma encinares en Cataluña, Cornisa Cantábrica y Baleares; forma bosques mucho más húmedos y térmicos que los de la otra subespecie (Quercus ilex subsp. rotundifolia). Fuente: Blanco, Emilio, Bosque de Bosques, 1998, pags.142-143.
Las oscilaciones de nuestro clima durante el invierno, con viento sur y elevadas temperaturas, han propiciado que las primeras flores primaverales adelanten su floración. Las prímulas vulgaris, como la de arriba empiezan a colonizar pequeñas vaguadas y rincones umbríos durante el trayecto que nos conduce al Barrio de Ereño perteneciente al municipio de Bedia en Bizkaia.
Comenzamos a subir con una temperatura agradable y cielo encapotado, pero según nos aproximábamos a nuestro destino el sol va pintando el paisaje. Lo que posibilita que las mariposas nos secunden en nuestra iniciativa y se acerquen a libar el néctar supremo de las flores que comienzan a despertar. Co le sucede a esta limonera beneficiándose del jugo del diente de león.
Sobre el suelo del encinar, el heléboro fétido, impregna el ambiente con un aroma desagradable para quienes transitan cerca de su floración. Su peculiaridad es que florece dos veces a lo largo de su vida. Una primera vez, a la edad de 5 años, aproximadamente. Después, por última vez, al año siguiente. Tras lo cual, se extingue, desaparece
El Milano Negro, Buitre Leonado, Cuco Común, Cárabo, Pito Real, Pico Picapinos, Chochín Común, Mosquitero Común,, Herrerillo Común, Carbonero Común, Agateador Común, Arrendajo Común y Verderón Común, son algunas de las aves representativas que se pueden oír y ver en este enclave.
No hay comentarios:
Publicar un comentario