martes, 20 de abril de 2010

INQUILINOS DE PASO POR ESTE PLANETA

“Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre ni tejió la trama de la vida; él es sólo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo.”
CARTA DEL JEFE INDIO NOAH SEALTH. Lago Washington, junio de 1854

Estas escuetas palabras pronunciadas hace mucho tiempo, cobran especial relevancia el Día mundial de la Tierra que tiene por efeméride este jueves día 22 de Abril.
En pleno siglo XXI, en la era de la tecnología, nos preocupa más lo que ocurre en nuestras antípodas, que lo que sucede, en el piso de al lado, en la calle de nuestro barrio. Ni siquiera nos preocupamos por conocer el nombre de la persona que se sienta a nuestro lado en el cibercentro. Cada uno va a lo suyo. Sólo maldecimos las catástrofes, los problemas y las situaciones adversas cuando nos afectan directamente. Mientras pasen de largo por nuestra existencia no dejamos que nos preocupen.
Son necesarias una combinación de estrategias y la suma de esfuerzos para encontrar una serie de fórmulas que permitan reducir la presión que ejercemos sobre el planeta.
Estamos mal acostumbrados a apreciar las cosas por su valor económico. Cuando las tasamos, las ponemos precio, es cuando verdaderamente las valoramos. Tomemos por consideración un ejemplo. Un simple cárabo, o cualquier otra ave significativa en un ecosistema representativo del planeta, cumplen una determinada función. Pero si arrasamos su hábitat, si lo asolamos, en post del progreso, de la civilización, de nuevas y rápidas infraestructuras, que nos permiten llegar más rápido a nuestro destino, estamos beneficiando a unos cuantos. ¿Por qué? Sencillamente, porque no estamos dispuestos a perder ingresos y puestos de trabajo, por un simple pájaro.
Poco importa reseñar que la biodiversidad es algo más que unos conservacionistas bramando, luchando y divulgando “la enciclopedia de la vida”.
Otra muestra representativa es lo que sucede a lo largo y ancho de nuestro planeta: se están talando bosques a una velocidad superior de la que pueden regenerarse y se llevan a cabo capturas desproporcionadas de peces que poblaciones enteras resultan exterminadas. Pero mientras que podamos respirar aire puro por nuestros pulmones y comer todos los días, poco importa lo que ocurra con lo detallado con anterioridad.
Cuando las catástrofes naturales azotan el planeta, en forma de terremotos o maremotos, en seguida aflora nuestra vena solidaria. Bastan unas dramáticas imágenes en internet, o en los mass-media, que pretenden conmovernos y nos volcamos solidariamente con los afectados. Pero cuando es un volcán el que entra en erupción y colapsa la red aérea internacional, la implícita solidaridad no aflora por ninguno de nuestros poros sudorosos de la piel. Más bien al contrario, pisamos a quien sea, chillamos y reclamos con todas nuestras energías, afloramos nuestra otra personalidad en busca de una solución satisfactoria para nuestros intereses.
Para ir concluyendo, no es necesario ser apocalíptico o integrado, alarmistas o tremendistas. Basta con enfocar el problema con claridad, con un poco de voluntad por todas las partes, sin disputas políticas y sin excusas y miramientos por parte de algunos estamentos sociales. Será entonces cuando tendremos opciones para encauzar y resolver los problemas que los inquilinos del planeta sufrimos, y a los cuales sobrevivimos.
Si esto no es suficiente, bastan unas pinceladas que tiñan de verde esperanza esta fecha conmemorativa.

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