viernes, 9 de abril de 2010

PASIÓN Y SENTIDOS

Cuando uno transita por los caminos naturales, en ocasiones se pueden encontrar con florecientes PRÍMULAS como la de la imagen, pero no son las únicas que despiertan de su letargo invernal:el narciso trompón, la pulmonaria, el botón de oro, la lechetrezna, eléboro fétido, anémona del bosque, las violetas(azul y blanca) y el diente de perro, con sus pétalos en clara progresión, tras recibir los primeros rayos solares.

No hace falta recorrer kilómetros con el vehículo particular , apenas a 45 km. de nuestro botxo, podemos dar sentido y pasión a una jornada de viernes santo. El objetivo visitar la lobera de Castrobarto, perteneciente a la Junta de Traslaloma, en el norte de Burgos. Seguimos las pisadas de un corzo asustadizo, por la presencia de tres entusiastas senderistas.
Atravesamos un tramo de antiguo Camino Real que unía la Meseta con las tierras norteñas, donde los carreteros hacían verdaderas diabluras y demostraban su pericia para conducir por tan enrevesados caminos. Las encinas, el bosquete de acebos, los rebollos , los brote de rusco y el majestuoso hayedo en el que se ubica la lobera, fueron nuestros acompañantes matutinos.


Al llegar a nuestro objetivo observamos el foso formado por una estructura rectangular que cuenta con una escalera para descender a su interior, un detalle que no se ha percibido en otras loberas. Además , también se empleó su emplazamiento para cazar a los caballos losinos que pastaban libremente en todos los montes de La Peña.Recorrimos su pared norte de 470 metros de longitud hasta alcanzar la cima, pùnto de entrada a la lobera. Desde esta cota se obtiene una panorámica majestuosa del valle de mena y su accidentes geográficos. Con la inolvidable fábrica de papel fotográfico Valca, alejada de nuestras retinas.


Tras comprar "la gula" para poder comer carne en tan significada fecha, por parte de dos de los viajeros. Satisfacimos nuestros estomagos parapetados en las paredes de la parte superior del foso. Desde su toma frontal se logra una perspectiva engañosa a vista de lobo, pues desde su altura no percibe el final del túnel y cae irremediablemente al foso donde se ponía fin a su existencia.


Después del descenso vertiginoso, nos acercamos al nacimiento del río Cadagua, donde las lluvias copiosas del invierno lo convierten en un verdadero manantial de chorros prodigiosos, teniendo como testigo mudo de tan rutilante caudal al cerezo de la fotografía.



Llegó la hora de compatibilizar Naturaleza con el Arte. Nos desplazamos a Siones para contemplar si Iglesia, con su doble arcada tras el altar mayor y su capillas laterales adornadas por diferentes tipos de capiteles con representaciones ornamentales variopintas.


En la Iglesia de Vallejo, nos acompañó la señora de avanza edad que enseña amablemente las riquezas que componen la misma. Su retaila de datos históricos, los enumera de carretilla, sabedora de haberlo contado en infinidad de ocasiones. Restaurada no hace mucho tiempo, los canecillos exteriores contemplan diferentes representaciones escénicas, sobresaliendo la arcada de la fachada que se encuentra bajo el tejado, donde se cuenta que eran los aposentos de los que peregrinaban por la zona.


Por último, no podía faltar en este viernes de pasión la visita a la Iglesia de Vigo, con su portada donde se escenifica la muerte y calvario de Jesús de Nazareth. El Cristo con la cruz sobre sus hombros, los legionarios romanos, las tres marías, el ángel, y el sepulcro culminaron nuestras espectativas.
Tampoco perdimos la última pista al ombligo de venus que trepaba por las paredes adyacentes a una casa cercana a la Iglesia. Y la estrellada que florecia ajena a la muerte súbita que estrelló a este tejón contra un coche en este viernes de sentido y pasión.










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