jueves, 1 de noviembre de 2018

EL BOSQUE DE EPPING, William Morris


AL DIRECTOR DE THE DAILY CHRONICLE


23 de abril de 1895

Señor director:

Me permito dirigirle unas letras a propósito del tratamiento que está recibiendo en la actualidad el bosque de Epping. Nací y crecí en sus inmediaciones (Walthamstow y Woodford), y en mi niñez y mocedad lo conocí palmo a palmo desde Wanstead hasta los Theydons y desde Hale End hasta Fairlop Oak. En aquellos tiempos sus peores enemigos eran los ladrones de grava y los constructores de vallas, y nunca dejó de ser un lugar ameno y, a menudo hermoso. Por lo que cuentan, hace tiempo que la mayor parte del bosque ha sido destruida y me temo que pese al optimismo de usted al respecto, lo que queda está amenazado de ruina.

         El carácter especial del bosque radicaba en estar formado en su mayor parte por carpes, un árbol raro salvo en Essex y Herts. Era con toda seguridad el mayor carpedal de estas islas, y supongo que del mundo. Todos los árboles se desmochaban, y quedaban otra vez cubiertos cada cuatro a seis años; en muchos lugares se mezclaban con acebo. El resultado era un bosque muy curioso y particular, imposible de encontrar en ningún otro sitio. Y estoy de acuerdo en que solo sería tolerable un tratamiento que mantenga intacto este bosque.

         Pero el carpe, aunque es un árbol interesante para las personas dotadas de razón e inquietudes artísticas, no es el favorito de los guardianes del paisaje, y mucho me temo que la intención de las autoridades es erradicar los árboles nativos para plantar en su lugar maleza como los cedros del Himalaya o las invasoras coníferas.

         Nos dicen que ya se ha formado una comisión de “expertos” para emitir un juicio acerca del bosque de Epping pero, señor, me niego a que me hagan callar con la palabra “experto”, e invito a todo el mundo a hacer lo mismo. Un “experto” puede ser alguien muy peligroso, porque es muy probable que su opinión coincida  con la del sector que representa (económico por lo general). En este caso concreto no queremos someternos al criterio ni de un guardia forestal cuyo trabajo consista en proveer al mercado  de madera, ni de un botánico cuyo trabajo consista en recoger especímenes para algún jardín, ni de un guardián del paisaje cuyo trabajo consista en banalizar un jardín o un paisaje hasta donde lo permite la bolsa de su patrón. Lo que queremos son hombres sensatos y con gusto artístico para que sopesen cuáles son las necesidades fundamentales y que ofrezcan su consejo.

         Ahora bien, me da la impresión de que las autoridades que tiene a su cargo el bosque de Epping pueden abrigar dos proyectos diferentes. Primero, puede que quieran cuidarlo como un jardín, o convertirlo en campos de golf (y temo que tengan hasta esta última posibilidad en mente); o, segundo, tal vez crean necesario (como sugiere usted) reducir el número de carpes para que tengan más posibilidades de supervivencia. Los habitantes de Londres protestaríamos contundentemente contra la primera posibilidad, ya que, si se pusiera en práctica, el bosque de Epping se convertiría en una vulgaridad más; resultaría destruido, de hecho.

         En cuanto a la segunda alternativa, para que nos quedemos tranquilos haría falta que los espacios despejados se volvieran a plantar, y casi exclusivamente con carpes. Y, lo que es más, se debería actuar con el mayor mimo para que no se tale ni un solo árbol, salvo para permitir que crezcan los demás. Porque, obsérvese, al tratarse de árboles relativamente pequeños, serán más bellos cuanto más se aproximen unos a otros, en la medida que permitan sus necesidades de crecimiento. Para el bosque de Epping  queremos arbustos, no un parque.

         En resumen, se cometerá un error grave y casi irreparable si, con la excusa de la opinión de los expertos, por puro descuido e improvisación, se escamotea este problema de las manos del público más consciente: desaparecerá la personalidad esencial de uno de los ornamentos más hermosos de Londres, y a nadie le quedará un ejemplo para mostrar cómo era el gran bosque del nordeste.

William Morris


“La Era del Sucedáneo y otros textos contra la civilización moderna

 William Morris, pepitas de calabaza ed., 2016

1 comentario:

netoreto dijo...

La historia y su manía en dar vueltas y vueltas