En apenas kilómetro y medio de recorrido, entre los barrios baracaldeses de Bengolea y Gorostiza, el río Castaños convive con una comunidad vegetal curiosa. Especies autóctonas y alóctonas le acompañan en ambas márgenes. La aliseda , con el alnus glutinosa, protege el entorno. Donde la falsa acacia, el saúco, el fresno, el ciprés, el laurel, el acebo, el castaño, los sauces, el chopo, el avellano, el roble, la higuera, el plátano de sombra y el arce también tienen su espacio.
Los cultivos forestal, como el eucalipto y el pinus radiata intentan sobrevivir en terrenos adyacentes, distanciados un poco del bosque de galería que protege el cauce del río.
Zorzales, mirlos, mosquiteros, lavanderas, herrerillos, urracas, estorninos, gorriones, carboneros y petirrojos trinan con sus cantos alertando de la presencia de extraños por los dominios de su territorio.
Helechos, plantas acuáticas y flores de primavera colonizan el terreno en algún tramo del cauce del río.
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