El espíritu ilustrado de la revolución francesa, de finales del siglo XVIII, inculco la idea de plantar -arboles en nuestras urbes. Pero no todos los árboles se adaptan igual a las temperaturas de nuestras ciudades, a los suelos en los que se fijan y a los cuidados de mantenimiento que son sometidos.
En función de sus arquitectura arbórea, su envergadura y su porte son los aspectos a tener en cuenta a la hora de plantar un determinado árbol o arbusto dentro del espacio urbano. En estas tres páginas de la revista Quercus (Noviembre 1995) nos dan unas pautas a seguir para no equivocarnos. Para conseguir su supervivencia en un medio que en ocasiones se muestra hostil.
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