Los árboles solitarios se dejan retratar sin rechistar. Notables ejemplares autóctonos conviven en este vergel de biodiversidad: Higueras, alisos, avellanos, fresnos, robles, coscojas, acebos, arraclanes, laureles. sauces. Conforman un bosque tupido por el que se transita para llegar a una inmensa pradera donde las mariposas e insectos, pueden libar un néctar supremo en el variopinto cortejo florístico primaveral que cubre su superficie. Incluso las serapias también tienen su espacio en esta localización. Los dulces cantos de la avifauna irrumpen con fuerza a medida que avanzamos sobre el terreno. Ciertos aromas cándidos se desprenden mientras progresamos. Las aguas cristalinas del arroyo nos acompaña en este trayecto descendente. Estas múltiples especies forestales nos producen unas ganancias netas de biodiversidad. En ocasiones, no hace falta recorrer desorbitadas cantidades de kilómetros para descubrir auténticos paraísos aún sin civilizar.
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