miércoles, 5 de agosto de 2009

EL RIO DEL OLVIDO Y LA MAJADA DE VALDETEJA

Apenas son necesarios nueve kilómetros para el olvido. El que lleva adjunto el rió Curueño, en la provincia de León. Olvido de lo cotidiano para centrarse sobre lo cercano. El itinerario comienza pasado el antiguo balneario de las Caldas de Nocedo. Antaño sus aguas refrescaron los huesos y músculos de las personas aquejadas de males en las articulaciones. Hoy en día, no deja de ser un monumento más de piedra, no ajeno a las inquietudes de los grafiteros y proclamas independentistas. Pasado este punto, tomamos un puente a mano derecha y cruzamos el río por su vertiente izquierda. Lo vamos remontando entre la vegetación y riscos que acompañan el margen del caudal. Tras caminar cerca de un kilómetro, llegamos a un puente que debemos atravesar y continuar por la carretera. Poco más de setecientos metros por el asfalto, nos dirigimos a otro puente que cruzamos para encaminarnos a la Majada de Valdeteja.
El camino no tiene pérdida. Continuar por la calzada de piedra y arena en ligero ascenso progresivo. Permite contemplar un joven tejo al lado del camino. Sobrevive entre los robles, avellanos, y algún acebo camuflado en una rincón del camino.Con sus destellantes hojas, como si Don Limpio, acabara de pulirlas. Si en la mochila no se llevan víveres, podemos nutrirnos de los frutos silvestres que nos ofrece la Naturaleza. Las moras empiezan a a aparecer, el guindo silvestre, muestra sus diminutos frutos, en busca de una boca amable.

En apenas cuatro horas , la mañana pasa de largo sin apenas darnos cuenta. Paralelo al camino se vislumbra un pequeño rodal de hayas, a cierta altitud. Los serbales repletos de bayas, ofrecen su llamativo fruto a los otros habitantes del bosque, las aves. Agradecidas picotean de árbol en árbol entretenidas ante tanta tranquilidad.

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