Que ingrata resulta con
frecuencia la memoria. Con la de historias positivas, fructíferas,
gratificantes y alentadoras que he propiciado a todos aquellos que me rodean.
Acaso no os queréis acordar de quién fue vuestro primer testigo mudo del
vínculo amoroso cobijados bajo un cielo de hojas primaveral; aquellas
conversaciones sobre lo divino y lo humano que entablabais bajo la sombra de mi
copa en una calurosa tarde de verano; el replicar de campanas grave y pertinaz
convocando a los presentes a la misa vespertina de las siete durante el frío
otoño; por no mencionar mi pose estoico, rígido y premeditado soportando las
altas temperaturas invernales y el espesor de la nieve en mis brazos longevos,
firmes y sólidos. Componiendo la más bella silueta de una postal gélida.
De esta forma, las olmedas y los olmos centenarios que habían conseguido sobrevivir en la primera infección, comenzaron a morir de forma generalizada. A finales de 1984 se declaró oficialmente la existencia de la plaga. Actualmente, los estudios realizados por el Servicio de Protección Contra Agentes Nocivos de la Dirección General para la Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente dentro de la Red de Daños en Bosques, muestran que concretamente en la comunidad de Castilla-León cerca del 100% de las olmedas existentes han estado afectadas por la enfermedad en algún momento. Además, numerosos olmos singulares de las plazas han ido muriendo en estos años, como por ejemplo, el famoso Olmo de Machado en Soria, el Árbol Gordo de Ciudad Rodrigo en la provincia de Salamanca, las Olmas de Sepúlveda y Cuéllar en Segovia y un largo etcétera. Un síntoma de esta dolencia se puede apreciar en las ramitas que se secan en la parte alta de la copa, ya que a los pocos días de su presencia, incluso bastan unas semanas, para que la enfermedad denominada grafiosis del olmo termine con los árboles centenarios.
La plaga ha matado más de 1.000 millones de olmos en todo el mundo, convirtiéndose en la indisposición vegetal más grave conocida hasta el momento. Pascual Madoz en el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid 1845-50, en los tomos correspondientes a las provincias de Salamanca, Palencia, Zamora y León, citaba la existencia de olmos, negrillos, álamos en distintas localidades de estas provincias. Castilla y León es una de las comunidades autónomas con mayor cantidad de olmos en la actualidad y en el pasado. Según los datos de un reciente censo de olmos en cada una de las provincias de la comunidad castellano-leonesa se contemplan estas cifras:
1.Palencia: 59 ejemplares
2.Salamanca: 40 ejemplares
3.Segovia: 25 ejemplares
4.Soria: 6 ejemplares
5.Valladolid: 41 ejemplares
6.Zamora: 27 ejemplares
7.León: 42 ejemplares
8.Burgos: 50 ejemplares
9.Ávila: 38 ejemplares
Diferentes estudios realizados sobre estos ejemplares muestran que la mayoría de ellos no presenta síntomas de la enfermedad, si bien algunos muestran signos de debilidad, que podrían dar lugar en un futuro próximo a la aparición de la enfermedad. Sirva como ejemplo la presencia de olmos en Ávila capital que cuento con diversos ejemplares notables en sus calles, como, entre Ávila capital que cuento con diversos ejemplares notables en sus calles, como, entre otros el Olmo de la Basílica de San Vicente y el de la Plaza del Convento de Santa Teresa.
Y otros que no han tenido tanta suerte, como el negrillón de Vellilla de la Reina, en León, que representa uno de los símbolos más emblemáticos de la localidad, a pesar de que sus raíces están secas. Bajo su sombra se reunían los vecinos en las sesiones del concejo, en el atrio de la Iglesia, denominado “adrio”. Ahora, bajo su grandes ramas en las que se ha tallado un San Roque , una velilla (Torre de vigilancia árabe), la Virgen del Camino y varios guirrios (símbolos locales) se celebran multitud de actividades.
En otras localidades, como en Ocero, Borrenes y Columbrianos, ubicados en el Bierzo leonés, sus habitantes ante la desaparición inesperada de estos estimados árboles, y con la idea de hacerlos perdurar los han conservado mediante su transformación en esculturas y tallas de la mano de artistas locales. Este enorme negrillo de Ocero ubicado en la plaza, sobre el que narran sus habitantes que en los años 40 fue necesario apearle una de sus gigantescas ramas porque llegaba al tejado de la Iglesia, distante a muchos metros. Sus vecinos guardan con cariño retratos del árbol en los últimos años de esplendor, y comentan con orgullo que cobijaba bajo su copa en los días de fiesta a todos los vecinos, orquesta incluida. Algo similar le sucedió al negrillón de Boñar en León, antes frondoso, longevo y centenario, testigo de innumerables ferias, fiestas e historias transformado actualmente en un tronco seco de leña escultórica al lado de la Iglesia de San Pedro. A pesar de los intentos del Ayuntamiento de la localidad para mitigar su agonía, dejó de existir en Agosto de 1993. Como curiosidad de su relevancia en la comarca, existe un canto popular que dice:
“Dos cosas tiene
Boñar que no tiene León: el Maragato en la Torre y en la plaza el negrillón”.
Y un último ejemplo, en
pleno camino de Santiago de tránsito hacía Ponferrada, en la localidad del
Acebo, sobrevivió hasta el verano de 1994 el negrillo del sagrado al
lado de la Iglesia.
Sin embargo, a pesar de
estos hechos comentados se ha consolidado un ambicioso programa de estudio y
conservación de los recursos genéticos de nuestros olmos y la obtención de
ejemplares resistentes a la afección a medio y largo plazo, por parte de las
instituciones competentes. Con el objetivo de luchar contra la enfermedad,
además de preservar el recurso genético que nos queda.
Reuniendo un material selectivo cercano de seiscientos olmos representativos de todas las zonas de la Península. Se han llevado acabo plantaciones e inoculaciones en cerca de ocho mil olmos y se ha logrado con esta pauta de trabajo que cerca de cuarenta ejemplares muestren niveles de resistencia aceptable a la afección. También se ha experimentado con un hongo inyectado como vacuna (verticilyum dalhiae) en individuos aislados o en olmedas singulares, inyectándose en el interior del tronco del árbol y absorbido por el sistema vascular, produciéndose la activación de hormonas defensivas y estimulando el sistema natural inmunológico del árbol. Todavía en fase experimental sin logros contrastados. Otra experiencia que se está realizando es la de introducir la especie en zonas donde no existe la enfermedad, como las Islas Canarias ya que ésta no se propaga por medio de los frutos.
En definitiva, los entusiastas del olmo, olma, negrillo, negrilla, negrillón e incluso álamo negro, nos queda el recurso de acudir a la toponimia y conocer los numerosos pueblos denominados El Olmo, El Olmillo, Olmedo, Olmedillo, Olmedilla, Olmedillas, Valdeolmo, Fuente el Olmo, Pinilla del Olmo, Villar del Olmo, San Juan del Olmo, Negrilla, El Álamo o Alameda y seguir buscando notables ejemplares de esta especie, vivos o muertos que continúan siendo el centro de la vida y de los pueblos, el amigo que cuando se muere se le echa de menos, como a un viejo compañero.
Revista Ambienta (2002) Ministerio de Medio Ambiente, Septiembre 37-40, Madrid.
Consejo Comarcal El
Bierzo (2004) Calendario árboles monumentales del Bierzo, Peñalba Impresión,
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Revista Folklore (1989)
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García Martínez, A. et
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Madoz, P. (1984)
Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus posesiones de Ultramar.
Madrid 1845-50, Edición Facsímil a cargo de Ámbito Ediciones, 9 tomos,
Valladolid.
Velasco Santos, J.M. et al. (2005) Guía de los árboles singulares de Castilla y León, Caja Duero, Salamanca.
Para conocer más sobre sobre este venerable árbol, el libro de Ignacio Abella es una buena lectura para profundizar sobre el tema que nos ocupa. Además, el prólogo está escrito por Emilio Blanco, y en los agradecimientos se menciona a nuestro Presidente en ARBA Simón Cortes.
1 comentario:
Muy interesante, buen trabajo
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