Desde este blog hemos intentado ocuparnos y preocuparnos por los diferentes ecosistemas que nos rodean. El bosque de galería, de ribera ha sido uno de ellos. Estas dos páginas de la revista Quercus (1984, nº 15) resumen muy bien la relevancia del mismo. En próximas entradas detallaremos algunos de estos enclaves y la flora y fauna que cobijan.
domingo, 28 de julio de 2013
jueves, 25 de julio de 2013
NO SÓLO EL HOMBRE REFORESTA
En esta breve reseña de la revista Bizkaia Maitea (Primavera 2013) nos recuerdan que por mucho empeño que los humanos pongamos en plantar árboles, los animales también tienen mucho que decir en la regeneración de nuestros bosques.
Otras fuerzas terrestres, el viento, el caudal de un río, también son portadoras de semillas que pueden llegar a lugares recónditos, distintos a donde prolifera la especie.
Otras fuerzas terrestres, el viento, el caudal de un río, también son portadoras de semillas que pueden llegar a lugares recónditos, distintos a donde prolifera la especie.
miércoles, 17 de julio de 2013
PARQUE BOTÁNICO DE LA ISLA DE TXATXARRAMENDI
Es el mayor islote de la ría de Mundaka rodeado
por mar o por extensos arenales según el estado de la marea. Es un punto de
especial interés para observar la ría, principalmente su desembocadura. En su
interior se puede disfrutar de un bello parque botánico que acoge las
principales especies arbóreas del encinar cantábrico. También alberga el
Instituto Tecnológico Pesquero y Alimentario AZTI.
La isla de Txatxarramendi
se encuentra en un entorno etnográfico privilegiado. La ensenada en la que se
sitúa fue utilizada por los romanos como pequeño puerto de cabotaje en el siglo
II d.C. en la zona Sur de Portuondo. En épocas más actuales la Isla acogió al
Hotel Txatxarramendi (1896-1947), pionero del turismo en la comarca y principal
responsable de que el tren llegase hasta el municipio
El encinar de la Isla de Txatxarramendi constituye hoy en día
una de las masas de encinar más longevas de Urdaibai, debido ante todo a los
cuidados de los que disfrutó mientras existió el Hotel Txatxarramendi y, posteriormente,
a los trabajos de mantenimiento que se realizan periódicamente, dado que se
trata de una zona de uso publico visitada por miles de personas durante todo el
año. Si bien a principios de siglo mostraba una aspecto arbustivo, con el paso
de los años ha recuperado un porte arbóreo importante. En la actualidad
destacan los portes de encinas y madroños de la isla, convirtiéndolos en
ejemplares únicos en la comarca. El entorno de la isla de Txatxarramendi es también un espacio
interesante para observar aves acuáticas relacionadas con las marismas. Así, se
pueden ver: martín pescador, garceta común, garza real y cormorán grande entre
otras. Si nos introducimos en el pequeño encinar enseguida escucharemos los
cantos o veremos ejemplares de pinzon vulgar, herrerillo común, carbonero
común, mirlo, petirrojo, reyezulo listado, águila culebrera, curruca rabilarga
y curruca cabecinegra, entre otras. El número de especies de aves es bastante
más reducido que cualquier encinar de nuestro entorno, debido a su pequeña
extensión.
Aligustre, Ligustrum vulgare aparece con su destreza y físico habitual. Muy diferente al que acostumbramos a observar en jardinería en parques y plantaciones alineadas de las ciudades.
El Arce menor, Arce campestre sobresale en esta reserva botánica con varios ejemplares que adquieren ya un porte considerable.
Dejando de un lado el trazado principal, sumergidos en sendas paralelas aparece el Bonetero, Euonymus europeaus haciéndose un hueco entre el resto de las especies.
La estrella de la Isla es la Encina, Quercus iIex, con una serie de árboles de cierta edad y que forman verdaderas esculturas naturales.
Espino albar, majuelo, Crathaegus monogyna pequeño arbusto que también se muestra en algún punto del conjunto del encinar que ocupa la Isla de Txatxarramendi.
Agazapado por el centro del parque botánico aparece el Labiérnago, Phillyrea latifolia con unas hojas aserradas y un color verde destelleante.
Una especie con cierta representación notable dentro del entorno es el Laurel ,Laurus nobilis. Podemos arrancar alguna hoja y condimentar nuestros guisos con su sabor.Otra especie que encontramos es el Laurel cerezo, Prunus laurocerasus, habitualmente se trata de ejemplares cultivados, plantados muy empleados en jardinería.
Nos llamó la atención Pyracantha en flor.Ya que no estamos muy familiarizados con su aspecto, ubicación y tamaño.
También nos sorprendió muy gratamente la presencia de Olmo, ulmus glabra con sus hojas ovaladas y alternas, doblemente dentadas y disimétricas en la base.
Finalizamos el itinerario en imágenes con la Zarzaparilla, Smilax aspera muy presente en el comienzo del paseo. Hay más especies que las aquí relatadas, estas son una muestra representativa de lo que vimos. Para conocer el resto lo mejor es darse una vuelta por este enclave de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai.
jueves, 11 de julio de 2013
EL GINECEO DE LOS MONTEROS
Acudimos entusiasmados, con
nuestro zurrón particular cargado de ilusiones, vacío de malos rollos a la cita
txirpialera y arbera pucelana en la Villa de Espinosa de Los Monteros. A
priori, el enclave prometía. Con sus más de setecientos cincuenta metros de
altitud, la villa burgalesa se sitúa en la falda norte de la conocida Sierra
“El Somo”, que forma parte de las primeras estribaciones de la Cordillera
Cantábrica. Un relieve accidentado moldea el paisaje verde puro, sin apenas
matices ni contrastes, en la estación en la que nos encontramos. Fresnos,
castaños, robles y hayas, que desempeñaron un papel protagonista en el guión de
nuestra aventura y a las que todos no olvidaremos con facilidad, se
entremezclan con las praderas de pasto, campas de brezos, retamas y escobas que
cubren el entorno.
Famoso el apellido de la localidad en referencia al cuerpo de Los Monteros de Cámara encargado de vigilar el sueño del soberano durante la noche, y que se creó según cuentan las crónicas históricas gracias a la lealtad de un criado espinosiego que evitó la traición y muerte del Rey D. Sancho. Quizás amparadas en reminiscencias del pasado un sexteto vallisoletano se otorgó una regalía y constituyó su propio gineceo en unas dependencias del albergue en el que nos hospedábamos. Un habitáculo al que sólo se permitieron excepcionales visitas. Lástima que el show de Truman no viajaba por estas latitudes y poner en práctica su frase contextualizada:
"...si no nos vemos luego: Buenos días, buenas tardes y buenas noches."
Nuestra lucha era otra. Un paseo botánico por la isla de Castro Valnera. Una cota especial en el límite entre Burgos y Cantabria. Un espacio único en el que se dan una concentración de especies de flora, a caballo entre Picos de Europa y los Pirineos. Un enclave con preponderancia en el relieve de simas, lapiaces y neveros. Donde se combina el estrato calizo y silíceo del terreno.Hasta ahora nuestra meta no había sido coronar. Casi siempre nos desplazábamos por las estribaciones rehuyendo las indicaciones del camino señalado. Saltábamos, veredas, vallas y setos, colonizábamos nuevas lindes, guiados por mapas y modernos aparatos de tecnología cartográfica. Sin importarnos horarios ni distancias que cubrir en un tiempo estipulado. Sujetos sólo a las limitaciones de nuestras fuerzas y ganas de explorar el terreno por el que pisábamos.
Pero en esta ocasión la estrategia cambió. Emboscados en la umbría del fagus sylvatica, haya para los no iniciados en la materia,comenzamos el ascenso desde una curva de nivel cercana a los mil cien metros de altitud. Las ganas por descubrir lo que esconde esta reserva botánica nos hizo caminar sin prisas. La primera en mostrarse una grasilla violeta o pingícula leptoceras. Habita en terrenos elevados de montaña y nadie osó acercar sus dedos a sus pétalos, por si acaso
Las fuerzas se mostraban intactas, y la vista nos permitía
observar con detalle otra especie propia de este hábitat, el licopodio alpino
o lycopodium alpinum, que arraigaba con fuerza a un lado del camino.
El astro rey
empezaba a trabajar con fuerza. Las pocas sombras que encontrábamos se poblaban
de aventureros. Las primeras viandas permiten compartir un momento de pausa
entre tan flora dispersa. Como esta Prímula
farinosa o primavera harinosa , a lo mejor un tanto retrasada con
respecto a la fecha en la que nos movemos.
Tipi- tapa, paso a paso manteníamos nuestro rumbo.
Algún que otro montañero nos rebasaba con una pisada más apresurada.
Nosotros a nuestro ritmo. Los calderones o trollius europaeus, aunque prefieren zonas de turbera, les vislumbramos a la
orilla del sendero por el que pisábamos.
Cuando en otras provincias próximas , la estación estival
muestra la flora propia de esa temporada, en la subida a Castrovalnera aún
fotografiábamos narcisos o narcissus pseudonarcissus, más
propios de la Primavera. Lo que aceleraba el comentario general que en este
lugar el verano avanza más retrasado
Lo mismo sucedía con la gran cantidad de neveros que pisábamos. De
acuerdo que estábamos elevados, cercanos a los mil setecientos metros, pero el
sol todavía no es capaz de atizar lo suficiente para derretir estos bloques
helados.
Concluimos nuestro gineceo floral ( Bot. parte femenina de la flor formada por el pistilo o los pistilos) con esta androsace obtusifolia con pétalos entre blancos y rojizos. La cumbre estaba cerca y de manera escalonada nos fuimos reuniendo en la cima para comer.
Vencidos el vértigo y la fatiga, la panorámica que lográbamos desde allá arriba resultó impresionante. El valle del Pas cántabro nos esperaba en una caída vertical vertiginosa. Aún nos restaba lo más difícil; el regreso. Como si resultara una premonición, un alimoche irrumpe en el paisaje; la niebla amenaza con entrar a través del valle cántabro. Descendemos ladera abajo por dos sucesivos hayedos, en dos horas , sin apenas detenernos en contemplar la flora que nos rodea. Preocupados por no caernos y sufrir algún percance. El desnivel es considerable tal como muestra la gráfica del GPS bajamos verticalmente hasta donde se encontraban los coches. Apenas hemos andado siete kilómetros. Un ambigú muy reconfortante en Espinosa sació nuestros estómagos. Es nuestro premio diferente al que obtuvieron las tropas francesas que durante la Guerra de la Independencia libraron una batalla en estas tierras. De la victoria francesa ha quedado esculpido el nombre de la villa en el Arco de Triunfo de París.
El fraxinius excelsior o fresno común nos protegía del sol. Otro cortejo arbóreo le acompañaba como sauce, serbal de cazadores y otros representativos del bosque de ribera.
Como Quijotes de nuestro tiempo asistimos a las consecuencias de la batalla que el viento ocasionó en un molino.El monstruo vencido por la propia fuerza . La energía que ni se crea ni se destruye, a veces se vuelve en contra de quién la fabrica
Una última anotación en nuestro cuaderno. Este equisetum silvatum gracias a la recomendación que nos dieron un nutrido grupo de investigadores alaveses que nos alertaron de su presencia por estos parajes. Una comida campera y un baño en la piscina natural de Espinosa ponen el punto y seguido al fin de semana. Termino recordando la letra de un famoso concurso televisivo de los años 70, el Un, dos, tres..."No importan los años cuando haya amistad"
lunes, 8 de julio de 2013
LA MAGIA DE LA RADIO
¿Cómo es posible estar a la vez en dos sitios distintos en un intervalo de tiempo relativamente corto? Mientras disfrutamos de su voz pausada,sincera y amena respondiendo a una serie de preguntas sobre el tejo, en la ondas hertzianas de Radio 3. Minutos después lo teníamos, teletransportado, por las cercanías del nacimiento del río Seco divulgando su saber sin apenas fatiga.Al pinchar sobre esta palabra emblemática,Ubuntu Pruden, sobre el minuto 35 aproximadamente del programa, oirás su voz.
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