Alcanzamos la mayoría de edad, y por lo tanto, nos podemos permitir ciertas licencias. Según quién lo cuenta son 19 o 18 años, ininterrumpidos reivindicando por el mes de Noviembre la importancia de nuestros bosques. Los robles y avellanos fueron en esta ocasión los galardonados. Pasaron de nuestras manos, con los consejos pertinentes sobre su cuidado y plantación, a la de aquellos que se acercaron a conmemorar esta Día de los bosques autóctonos en el parque de Amézola en Bilbao.
lunes, 26 de noviembre de 2018
viernes, 23 de noviembre de 2018
DÍA DE LOS BOSQUES AUTÓCTONOS 2018
Que no te priven de los colores del Otoño. La Asociación Txirpial celebra el domingo 25 de Noviembre el día de los bosques autóctonos en el parque de Ametzola en Bilbao. De 11.00 a 14.00 horas visitas guiadas gratuitas por el parque y al final regalo de una planta autóctona.
sábado, 17 de noviembre de 2018
CON NATURALIDAD
Su hallazgo resultó casual. Una prueba dominical de senderismo en ruta por el municipio de Loiu (Bizkaia) permitió su hallazgo. Un bosquete donde comparten hábitat: encinas, robles, acebos, avellanos, abedules, castaños, hayas y, como no pinos. Los participantes caminan sin mirar, sin observar lo que pisoteamos en nuestro tránsito. No paso de largo para nuestra retina y hubo que volver para explorarlo minuciosamente. De ello dan fe las imágenes del video , adornadas con otras secuencias de otro árboles y parajes de su entorno más próximo. Imperial hallazgo.
sábado, 10 de noviembre de 2018
POR UN PUÑADO DE TEJOS
No pasan desapercibidos estos notables ejemplares de tejos en el municipio de Carrocera en León. 23 árboles distanciados a cierta altitud, por un par de metros, y tres ejemplares separados del rodal configuran este pequeña representación del tejo en la comarca de Luna.
En el cortejo florístico que les acompaña se encuentran pequeñas hayas, mostajo y plantas aromáticas, además de té de roca. Existe cierta regeneración natural de la especie, formando incluso pequeños setos intercalados con la hierba y que se parar unos ejemplares de otros.
Pero para llegar hasta ellos también se observan las choperas en su esplendor otoñal: Los prados de pasto colindante al río Torre; el rosal silvestre con sus frutos atractivos; el majuelo igualmente con sus frutos reclamando el sustento de las aves residentes en la zona; el arraclán en los lindes del camino; la zarzamora, aún en estas fechas, con sus frutos golosos; las encinas en una de las laderas del valle; los rebollos o melojos tapizando la otra parte del valle. En resumidas cuentas, ganancias netas de Biodiversidad.
jueves, 1 de noviembre de 2018
EL BOSQUE DE EPPING, William Morris
AL DIRECTOR DE THE
DAILY CHRONICLE
23 de abril de 1895
Señor director:
Me permito dirigirle unas
letras a propósito del tratamiento que está recibiendo en la actualidad el
bosque de Epping. Nací y crecí en sus inmediaciones (Walthamstow y Woodford), y
en mi niñez y mocedad lo conocí palmo a palmo desde Wanstead hasta los Theydons
y desde Hale End hasta Fairlop Oak. En aquellos tiempos sus peores enemigos
eran los ladrones de grava y los constructores de vallas, y nunca dejó de ser
un lugar ameno y, a menudo hermoso. Por lo que cuentan, hace tiempo que la
mayor parte del bosque ha sido destruida y me temo que pese al optimismo de
usted al respecto, lo que queda está amenazado de ruina.
El carácter
especial del bosque radicaba en estar formado en su mayor parte por carpes, un
árbol raro salvo en Essex y Herts. Era con toda seguridad el mayor carpedal de
estas islas, y supongo que del mundo. Todos los árboles se desmochaban, y
quedaban otra vez cubiertos cada cuatro a seis años; en muchos lugares se
mezclaban con acebo. El resultado era un bosque muy curioso y particular,
imposible de encontrar en ningún otro sitio. Y estoy de acuerdo en que solo
sería tolerable un tratamiento que mantenga intacto este bosque.
Pero el
carpe, aunque es un árbol interesante para las personas dotadas de razón e
inquietudes artísticas, no es el favorito de los guardianes del paisaje, y
mucho me temo que la intención de las autoridades es erradicar los árboles
nativos para plantar en su lugar maleza como los cedros del Himalaya o las
invasoras coníferas.
Nos dicen que
ya se ha formado una comisión de “expertos” para emitir un juicio acerca del
bosque de Epping pero, señor, me niego a que me hagan callar con la palabra “experto”,
e invito a todo el mundo a hacer lo mismo. Un “experto” puede ser alguien muy
peligroso, porque es muy probable que su opinión coincida con la del sector que representa (económico
por lo general). En este caso concreto no queremos someternos al criterio ni de
un guardia forestal cuyo trabajo consista en proveer al mercado de madera, ni de un botánico cuyo trabajo
consista en recoger especímenes para algún jardín, ni de un guardián del
paisaje cuyo trabajo consista en banalizar un jardín o un paisaje hasta donde
lo permite la bolsa de su patrón. Lo que queremos son hombres sensatos y con
gusto artístico para que sopesen cuáles son las necesidades fundamentales y que
ofrezcan su consejo.
Ahora bien,
me da la impresión de que las autoridades que tiene a su cargo el bosque de
Epping pueden abrigar dos proyectos diferentes. Primero, puede que quieran
cuidarlo como un jardín, o convertirlo en campos de golf (y temo que tengan
hasta esta última posibilidad en mente); o, segundo, tal vez crean necesario
(como sugiere usted) reducir el número de carpes para que tengan más
posibilidades de supervivencia. Los habitantes de Londres protestaríamos
contundentemente contra la primera posibilidad, ya que, si se pusiera en
práctica, el bosque de Epping se convertiría en una vulgaridad más; resultaría
destruido, de hecho.
En cuanto a
la segunda alternativa, para que nos quedemos tranquilos haría falta que los
espacios despejados se volvieran a plantar, y casi exclusivamente con carpes.
Y, lo que es más, se debería actuar con el mayor mimo para que no se tale ni un
solo árbol, salvo para permitir que crezcan los demás. Porque, obsérvese, al
tratarse de árboles relativamente pequeños, serán más bellos cuanto más se
aproximen unos a otros, en la medida que permitan sus necesidades de
crecimiento. Para el bosque de Epping queremos arbustos, no un parque.
En resumen,
se cometerá un error grave y casi irreparable si, con la excusa de la opinión
de los expertos, por puro descuido e improvisación, se escamotea este problema
de las manos del público más consciente: desaparecerá la personalidad esencial
de uno de los ornamentos más hermosos de Londres, y a nadie le quedará un
ejemplo para mostrar cómo era el gran bosque del nordeste.
William Morris
“La
Era del Sucedáneo
y otros textos contra la civilización moderna”
William Morris, pepitas de
calabaza ed., 2016
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