“Quien a buen Leño se arrima buen calor le cobija”.
Recorrió senderos, montes y valles con arbas y txirpiales, pese a su tamaño, apenas nos dimos cuenta de su presencia, porque era un perro tranquilo. Sólo por la noche necesitaba, como cualquiera de nosotros, de una cama para dormir.
Sobrevivimos a sus vidas como los árboles a las nuestras.
Leño se apagó, pero su calor arropará siempre nuestras salidas txirpialeras.
Leño txiki
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