viernes, 19 de junio de 2009

LO BUENO, LO FEO Y LO MALO DEL ARLANZA.

Siguiendo la pista a una avanzadilla de los Amigos del Tejo, sería por la proliferación de camisetas que había entre los excursionistas. Nos adentramos en una aventura de la nueva "ARBA EXTREMA". Partimos del municipio de Ahedo,curiosa toponimia, para ir ascendiendo paulatinamente hasta los mil trescientos metros. Entre la subida y bajada, mucho compañerismo, y ganas por descubrir la vegetación asociada al terreno. El lino azul sobresale entre tanto tejo.La panorámica es de escándalo y las vistas nos permiten descubrir la biodiversidad del valle. Además, los buitres sobrevuelan nuestras cabezas, en busca de alimento fresco. Un alimoche, con un pose estoico y firme es testigo de nuestras andanzas.

El porte del enebro de la fotografía es más grandilocuente en primera persona. Su antiguedad, muy longeva, alrdedor de los cuatrocientos años, según las fuentes consultadas. Lo atónitos expedicionarios lo miran y remiran, lo abrazan e incluso tienen la osadía de posar bajo su copa. Al mismo tiempo, surge la controversia, se trata de ¿un árbol o arbusto?


El sabinar del Arlanza reune un paisaje curioso, un tanto diferente, a otras zonas de la provincia de Burgos.La dehesa de Hortigüela, es rica en notables ejemplares de quejigo, matorral y arbustos. Antes de acceder a ella, en una finca colindante destacaban el arce menor, el olmo, no afectado por la grafiosis y los fresnos.
Según vamos adquiriendo altura, la sombra gratificante nos abandona. La presencia de las sabinas comenzaban a proliferar. Y de repente, entre la hojarasca del camino, camuflada en mitad del mismo, una orquídea; Cefalenthera Rubra, la de la fotografía.
Las paradas fueron continuas. El calor a aprieta, pero lo llevabamos con resignación. Nos contarón la experiencia de la reproducción del enebro y la sabina en la naturaleza, en contraposición a la que se lleva a cabo en el vivero. Muy alentador. Como lo importantes que fueron los sauces y los fresnos, en su día, como forraje para el ganado.Y el desmochado que se hacía a los fresnos y quejigos para obtener otros recursos los lugareños del terreno.
No podemos olvidar, sin embargo, el incesante olor del tomillo, la lavanda que rodea el terreno recorrido. Un penetrente aroma que impregnó nuestros cuerpos sudorosos.
Este fue nuestro duelo al sol, nuestro spaguettiwestern particular, en dura competencia con el que se rodó en Barbadillo del Mercado, el intrañable, El bueno, el feo y el malo.