sábado, 11 de febrero de 2012

MINERÍA Y UROGALLOS EN LACIANA


Estamos mal acostumbrados a primar una serie de valores por encima de otros. Nunca nos detenemos a pensar en combinar ambos, sin que resten prioridades a unos por debajo de otros. En la carta siguiente quedan reflejadas estas reflexiones. El valor económico predomina sobre lo natural, sin importar quién estaba antes.

Fuente: Diario de Leon 10-02-2012 Rolando Rodríguez Muñoz de Asturias

En un artículo publicado el pasado día 9 de Febrero, el periodista V. Araujo culpa al urogallo de la pérdida de puestos de trabajo en las minas a cielo abierto de Cabrillanes. Al mismo tiempo, se hace eco de unas acusaciones en las que se afirma que Filón Verde y Montañas de Babia y Luna, dos asociaciones que trabajan desinteresadamente por la conservación del patrimonio natural de la comarca, abogan por la defensa urogallo despreciando el futuro de las familias que hasta ahora dependía de las minas. La situación del urogallo es actualmente crítica en toda la Cordillera Cantábrica, y Laciana es una de las escasas comarcas en las que aún pervive esta especie. Sin duda la minería a cielo abierto está destruyendo tanto el hábitat del urogallo, como una parte muy importante de este territorio. Todos sabemos que los efectos de estas explotaciones son irreversibles. Por otra parte, si por algo destaca actualmente Laciana no es por la existencia de minas a cielo abierto, sino por la presencia de poblaciones silvestres de osos y urogallos, entre otros valores naturales. Las escombreras son cada vez más abundantes en toda Europa, mientras que apenas existen bosques con osos y urogallos. Los habitantes de Laciana pueden buscar alternativas a las minas y dejar en herencia a sus hijos y nietos un patrimonio natural cada vez más valioso y exclusivo, o bien continuar destruyendo gran parte de su territorio para siempre, convirtiéndolo en una inmensa escombrera. El planteamiento de la alcaldesa, que propone compaginar el empleo en la zona con la defensa de los valores medioambientales, es legítimo y razonable. Puesto que las minas no son compatibles con la conservación de esos valores naturales, no cabe sino interpretar que la alcaldesa aboga por su cierre y por la búsqueda de otras alternativas de empleo. Resulta incomprensible que ante un escenario como éste, un periodista pueda escribir un titular como el del pasado 9 de Febrero “Sin trabajo por el urogallo”. El titular presenta al urogallo como el problema y a la minería como la víctima. La realidad es justo la contraria. La minería constituye un serio problema para la comarca de Laciana. El urogallo es una de las víctimas de ese problema, pero ni mucho menos la única. Junto a él sufren y sufrirán las consecuencias quienes viven allí ahora y quienes lo hagan en el futuro. Lamentablemente, en ese futuro será imposible exigir responsabilidades por las decisiones que otros tomaron en el pasado y, lo que es peor, también será imposible recuperar lo que se haya destruido. Igual de incomprensible es que se culpe a quienes llevan años denunciando esta situación con argumentos muy sólidos y de manera desinteresada, por el mero hecho de que la justicia les dé la razón. Una razón que en justicia tienen. Y peor es aún que se les acuse de despreciar el futuro de las familias que hoy en día trabajan en esas minas. Honestamente me resulta inconcebible que alguien pueda creer que las personas que integran estos colectivos vean con indiferencia el futuro de esas familias, por mucho que sus puntos de vista sean diferentes. Las minas pueden continuar proporcionando ingresos a una parte de los habitantes de Laciana durante algún tiempo, a base de devastar para siempre una porción aún mayor de su territorio, y continuar contaminando su agua y su suelo. Alternativamente se pueden buscar otras formas de subsistencia que conserven el territorio y garanticen que los futuros habitantes de la comarca puedan continuar viviendo en ella, y disfrutando de su valioso y exclusivo patrimonio natural. Este es el verdadero debate al que se enfrentan los vecinos de Laciana. Culpar a la fauna local o a quienes tratan de contribuir a preservar el patrimonio colectivo, es sólo una maniobra de distracción.




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