"Viajero escucha:
Yo soy la tabla de tu tu cuna, la madera de tu barca, la
superficie de tu mesa, la puerta de tu casa.
Yo soy el mango de tu herramienta, el bastón de tu
vejez. Yo soy el fruto que te regala y te nutre, la
sombra bienhechora que te cobija contra los ardores
del estío, el refugio amable de los pájaros que alegran
con su canto tus horas, y limpian de insectos tus
campos.
Yo soy la hermosura del paisaje, el encanto de la
huerta, la señal de la montaña, el lindero del
camino...
Yo soy la leña que te calienta en los días de invierno,
y el perfume que que te regala y embalsama el aire a
todas horas, la salud de tu cuerpo y la alegría de tu
alma...
Por último, soy la madera de tu ataúd.
Por todo esto, viajero que me contemplas, tú que me
plantaste con tu mano puedes llamarme hijo, o que
me has contemplado tantas veces... ¡Mírame bien!
pero no me hagas daño...."
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