viernes, 30 de junio de 2023

PLANTANDO CONCIENCIAS, SEMBRANDO INCERTIDUMBRES

Con motivo de la lectura  de un artículo en una página web en referencia a la colaboración entre  una hidroeléctrica y el Ministerio de Defensa para la reforestación de los campos de maniobras militares propiedad  del Ministerio mencionado, queremos hacer una reflexión sincera y sencilla sobre los que nosotros hacemos, como colectivo en distintos puntos de nuestra geografía, y la labor que la Fundación de la hidroeléctrica realiza en terrenos militares.

Nuestras  balas son fundamentales, las que nos proporciona la naturaleza: recoger semillas de nuestros árboles y arbustos autóctonos, en la época pertinente, para sembrar en los viveros para posteriormente plantarlos en la estación adecuada, no fuera de temporada. Respetar los tiempos en la Naturaleza es fundamental para obtener resultados satisfactorios.


En cuanto a nuestras armas, no son de última generación, ni sofisticadas, y nada complejas para su manejo: las manos y las azadas. Una mano de obra voluntaria y duradera como se muestra con el paso del tiempo por cada uno de nuestros asociados  de la Península Ibérica.



Por su parte,  la empresa energética contrata a una empresa local de la Comunidad Autónoma donde se ubica el campo de maniobras donde se realiza la reforestación para que se encargue de las tareas y mantenimiento por un tiempo de dos años. Siempre queda muy bien a la hora de dar explicaciones, que se crea empleo local y encima en la zona afectada, que recupera los daños paliados con este ingreso. Hasta ahora se ha actuado en ocho instalaciones militares, en distintas comunidades, contribuyendo  a regenerar el espacio dañado con rebollos, serbales de cazadores, y abedules, junto con otras especies autóctonas de cada zona.
Además, con este tipo de iniciativas, según lo que se lee en la entrada de la pagina web, contribuyen a la reducción de las emisiones de CO2 y luchar contra el cambio climático, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), en concreto el 13. 

En ocasiones, en Euskadi, contamos con la colaboración esporádica de Basajaun, ese ser mitológico, ancestral y que vive en nuestros bosques. Con su azada y su saco repleto de bellotas, avellanas y otros frutos del bosque contribuye al Desarrollo Sostenible con su impagada, pero fructífera faena diaria: un acebo para el gélido invierno; un roble aquí; unos sauces y alisos por allá, cercanos al arroyo; un serbal para las pequeñas aves y un diminuto plantón de fresno para que las ovejas puedan cobijarse bajo su sombra en el estío.


En definitiva, la fiebre por plantar, reforestar, regenerar o como se le quiera denominar, aunque sea con especies autóctonas, no debe llevar a equívocos. Sin importar el dónde ni el cómo, valorando el cuándo y el qué. Sin buscar complicaciones, ni mitigar las conciencias de los agravados para disipar las incertidumbres. Por eso resulta pertinente, la frase prescrita por Juan Herreros :
"No se me ocurre un ministerio mejor que el  Ministerio de la simplicidad".

No hay comentarios: