lunes, 18 de octubre de 2010

FÁBULA DE LA ZORRÁNGANA Y EL QUERUBÍN


Lo que os voy a referir ocurrió hace algún tiempo. Sin temor a equivocarme muchos de vosotros dabais los primeros pasos dentro de la sociedad conservacionista. Unos pipiolos con muchas ideas y ganas de comeros el mundo. Arremetíais contra todo y contra todos, sin importaros prejuicios y razonamientos establecidos. Os dejabais guiar por un maestro de ceremonias experimentado en estas lides, al cual le considerabais el gurú del grupo. Sólo discrepaba intermitentemente un querubín llegado de otras latitudes. Empezaba a soltarse, a volar sólo después de un tiempo de aprendizaje arropado por sus congéneres. Sus miradas se cruzaron un buen día, y empezaron a componer estrofas con la misma melodía. Al principio, uno elevaba más la nota que el otro, pero con el tiempo, el ritmo se iba acompasando componiendo la misma partitura, sin altibajos reseñables.
Tras caminar varias leguas juntos decidieron emprender un camino hacia el infinito. Surcaron valles, montañas y lagos protegidos por un manto de estrellas. Hasta que un buen día ocurrió lo improvisto: de repente la zorrángana abofetea a su acompañante. Sin apenas atisbo de reacción, el abofeteado escribió en la arena:

- “Hoy mi mejor amigo me ha lastimado en la cara”

Prosiguen su ronda particular y se encuentran con un torrente de agua que desemboca en un pozo. Despojado de sus vestiduras el querubín se zambulle en el agua para sofocar los calores de la caminata. De pronto, se siente indispuesto y el remolino del pozo de agua intenta tragárselo en sus entrañas. Súbitamente su acompañante se lanza al agua en auxilio de su compañero, rescatándole de tan agónica experiencia. Sosegados los ánimos, el rescatado escribe en una piedra:

- “Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida”.

Transcurrido un tiempo prudencial, ambos protagonistas entablan conversación, y uno le pregunta al otro

- ¿Por qué has escrito primero en la arena y luego en una piedra?

A lo que el aludido le responde:

- Porque el viento lleva las palabras, permitiendo borrar y perdonar los hechos. Pero en la piedra los sentimientos verdaderos quedan grabados para siempre, por eso los segundos, los minutos y las horas no pueden borrarse.

Con posterioridad, la zorrángana declamó en voz alta las siguientes estrofas:

Con ARBA aprendí:
Que llegar alto no es CRECER.
Que mirar no es siempre VER.
Ni escuchar es OIR.
Ni lamentarse es SENTIR.
Ni acostumbrarse es QUERER.
De ARBA aprendí:
Que andar sólo no es SOLEDAD.
Que cobardía no es PAZ.
Ni ser feliz SONREIR.
Y que peor que mentir,
es silenciar la VERDAD.
En ARBA aprendí:
Que puede un sueño de AMOR,
abrirse como una FLOR.
Y como esa flor, MORIR,
pero en su breve existir
es todo AROMA Y CALOR.

Y…. el querubín replicó con rapidez, como si se tratará de un duelo de bertsolaris:

Con Txirpial aprendí:
Que la humildad no es sumisión.
La humildad es ese Don,
que suele confundir.
No es lo mismo ser servil
Que ser buen servidor.
Cuando vayan mal las cosas,
como a veces suelen ir,
cuando tu objetivo ofrezca sólo cuestas que subir,
cuando tengas poco haber pero mucho que pagar.
Y precises sonreír aún que tengas que llorar.
Cuando tu dolor te agobie.
Y no puedas ya sufrir
DESCANSAR ACASO DEBES, PERO NUNCA DESISTIR.

De esto se deduce: que no es prudente arriesgarse en empresas locas por tan fútiles motivos, pues para una vez que salgan mal, ciento salen bien.

3 comentarios:

ARBA dijo...

Me encanta, pero voy a tener que leer dos, o mas veces para saber el contenido.

Conchi dijo...

¡Vas a tener que verte más veces con la zorrángana para que salga el oculto poeta de la luz y el optimismo!?

Anónimo dijo...

De todo el escrito, lo que más me gusta es cuando te pego las dos ostias.
¿Te las merecías?
Dímelo tú, mi querubín.