miércoles, 9 de noviembre de 2011

QUEJIGOS Y AMENTOS


El salto de agua de Gujuli, de casi cien metros de caída, conduce las aguas de los arroyos de la meseta hasta el río Altube.Tierras de vocación ganadera a los pies del Gorbeia en la vecina Alava. La línea del ferrocarril Madrid-Bilbao sobrevuela por el barranco de Gujuli permitiendo una perspectiva inmejorable para contemplar la masa morestal que le rodea.
Mirando al sur, en la parte soleada, crecen los quejigos que soportan bien  la sequedad y los suelos delgados. Mientras que en la parte de la umbría que mira hacia el norte, brotan las hayas que prefieren la lluvia y la humedad.
Al borde del barranco destacan unos retorcidos quejigos que desafían la gravedad , acompañados por algunos serbales y arces. Tambien sirven de refugio estos terrenos alaveses a aves como  urracas, zorzales comunes, mirlos y principalmente en invierno a aquellas otras que hacen una parada en su transhumancia particualr como bisbitas comunes, alondras, palomas torcaces, jilgueros y pardillos.

¡¡ Y por fin apareció la lluvia!! Bien pertrechados bajo paraguas, ropa y calzado adecuado para combatir el líquído elemento comenzó nuestro itinerario botánico en busca de hojas para nuestra vetusta exposción. Apenas descendimos de los vehícuos nos topamos con las primeras muestras representativas de la zona: Euonymus europaeus, fagus selvatica, quercus robur, quercus petraea, ulmus minor, juniperus communis, ligustrum vulgare.
El frío matinal nos empuja a movernos con cierta rapidez en direccion a la cascada. A pesar de apretar el paso seguimos encontrando otras especies para completar nuestro herbario: sorbus torminalis, crataegus monogyna, rosa canina, hedera helix, ilex aquifolium, acer campestre, betula pendula, corylus avellana, salix caprea, populus tremua, fraxinus angustifolia, viburnum lantana y prunus spinosa. Una vez en la casacada nos reagrupamos los valientes expedicionarios  para observar el salto imponente de agua y acelerar el paso retornando a los coches para ingerir algo caliente en la vecina localidad de Murgia. El objetivo estaba cumplido. 

Cuenta la leyenda que en esta localidad de Gujuli vivía un hombre bueno y humilde  al que sus padres apodaron con el nombre de Urjazi (casacada) debido a los lloros que profesaba el niño. Un día, paseando junto al río Altube, descubrió a una hermosa mujer bañándose. Al instante, la chica, que en realidad era la lamia Baigorri tomó un espejo y mirándole dijo:
- Quiero un peine de oro.
Y al momento lo tuvo entre sus manos.
Urjazi cogió el espejo y salió raudo. Desde entonces se convirtió en un hombre rico, pero también sumamente avaricioso. Una tarde, mientras sesteaba bajo un haya una voz le despetó:
- ¿Cómo te lalmas?
- Urjazi  respondió.
Al momento descendió del árbol Baigorri. En sus manos tenía el espejo en el que Urjauzi se veía reflejado. El pastor quiso morirse. Había pronunciado su nombre mientras miraba el espejo.  Se apresuró  a correr hacia un barranco cercano a Gujuli. Quiso tirarse por él pero no se atrevió. Y comenzó a llorar y a llorar repetidamente. Lloraba tanto que se formó un pequeño charco. Y el chraco se transformó en río, que se precipitó por el barranco. Nadie más supo de Urjauzi, pero cuentan , que en invierno, cuando la casacada rebosa de agua , si alguien se aproxima a ella se pueden escuchar los sollozos de un niño.....


Carpe diem, coged esta seta y probad a ingerirla quizás la magia del lugar os depara alguna sorpresa,.

No hay comentarios: