domingo, 12 de febrero de 2017

UN BOSQUE PARA ENAMORARSE

 Que mejor forma de celebrar San Valentín. Emboscarse  por el sendero PR-BI-9 que parte desde la localidad de Areatza (Villaro) hasta Pagomakurre, punto de partida de muchos amantes de la montaña para llegar hasta el Gorbeia. Siempre cuesta arriba, paso a paso descubrimos la regeneración natural del quercus. A ambos lados del camino, aunque transitamos en los dominios forestales del pinus.

 La madera es la protagonista de la excursión. Terrenos en su mayoría de propiedad privada que son explotados con fines económicos por parte de sus propietarios. El roble americano cultivado nos ofrece árboles, alineados, equidistantes, introducidos en la parcela en un cálculo detallado sin posibilidad de salirse del cauce lineal trazado en la misma.

Es sábado y hay que apurar la faena. Los cortes con la motosierra por parte de la cuadrilla forestal contratada por el propietario se mezclan con el silencio y el susurro del viento al caminar. Esta torta de pinus es un sencillo ejemplo de la edad con la que se cortan los pinos. ¿te atreves a contar sus anillos para resolver la pregunta?

 La madera muerta a un lado del camino también tiene inquilinos por esta latitud. Distintos ocupas realizan una labor concienzuda y en cadena para descomponer los restos de este árbol abatido, caído a un lado del camino.

 Ganamos altura, en apenas una hora y las vistas empiezan a descubrir otros macizos montañosos al otro lado del valle. El Amboto luce sus mejores galas. Vestido de blanco por el manto invernal y un tibio sol en su cumbre que seguro lo agradecen los que eses momento transiten por su cordal.

 Nos acercamos al final de la ruta. Apenas dos horas y cuarto para recorrer los seis kilómetros y medio de subida por la estribaciones del Gorbeia. Esta familia ovina posa en su hábitat habitual, donde campa a sus anchas. En una de las contadas parcelas dedicadas a la explotación ganadera dentro de esta parte del Parque Natural del Gorbeia.

 No entraba en nuestros planes iniciales, para nada tirar los tejos en tan señalada fecha. Pero sin buscarlos estos aparecieron de repente. Emilio Guinea ya los citaba en su libro (Vizcaya y su paisaje vegetal, Bilbao 1949). " Macizo del Gorbea, ejemplares sueltos". Y allí estaba este notable ejemplar de Taxus baccata. Emboscado en el pinar, sin cubierta vegetal a su pies, y sin visos de pequeños plantones en los alrededores que puedan tomar el relevo en un futuro. En las imágenes inferiores detalles del tronco y su ramaje interior.

Estas otras dos fotografías de abajo corresponden a otros dos ejemplares de tejo. En la parte derecha del camino de subida, llegando al estacionamiento de vehículos. El inferior abraza a otro árbol, de otra especie, en una simbiosis afectiva. 

En cambio en este otro ejemplar observamos una muestra del follaje de sus ramas.



 Indagando sobre el terreno, en busca de otros individuos de esta especie mencionada nos encontramos con otra sorpresa natural. Si bien es cierto que estamos en territorio autorizado para la caza, camuflada entre la vegetación rastrera descubrimos este cráneo de corzo, fruto de alguna batida. Con el cerramos este post, y con unas instantáneas que no hieran mucho la sensibilidad de futuros lectores.





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