Bajo este epígrafe comienza una serie de descripciones sobre distintos sitios de nuestra geografía. Donde la naturaleza tiene un papel importante, pero no el principal, aderezado de otros recursos, bien gastronómicos, bien históricos o porque no artísticos.
1.Monte Jata y alrededores.
Partimos de Larraurri, perteneciente al municipio de Mungia, tras un breve recorrido por el barrio se pueden visitar palacios solariegos. Junto con diferentes molinos y otros edificios de corte eclesiástico, como ermitas e iglesia. Tomamos la carretera en dirección Markaida y en una desviación a la derecha encontramos un panel indicativo de nuestra ruta.
La ermita consta de una sola nave y sus muros están reforzados con contrafuertes. Consta de tres entradas de diferentes épocas; la más antigua es la que da al sur, mientras que las entradas Norte y Oeste están protegidas por un pórtico.
En el ábside se abre una ventana de arco apuntado de gran valor. En los capiteles exteriores apreciamos una figura antropomorfa rodeada de brazos vegetales, helechos y piñas, acantos y una máscara humana que tiene varias interpretaciones: imagen didáctica del pecador atrapado por sus pasiones; figura de la mitología celta como representación masculina de la naturaleza.
Por Zumetzaga pasaba un camino medieval que comunicaba Bermeo y Bakio con Mungia. Esta ruta servía también a los peregrinos que lse acercaban en barco a Bermeo y de allí a Bilbao, pasando una de sus dos rutas por Zumetzaga: Bermeo-Gaztelugatxe-San Pelayo-Zumetzaga. Desde esta última se bajaba hasta Larrauri y por el alto de Elordui se llegaba a Mungia, desde donde se tomaba rumbo a Bilbao pasando por Laukariz y Zamudio.En la actualidad el GR 280 de Uribe transita por este enclave y nos permite llegar a la costa, rememorando tiempos pasados.
Con un día despejado, las vistas resultan muy gratificantes, para los más osados. En la lontananza, Bakio y San Juan de Gaztelugatxe, esperan la instantánea apropiada desde esta perspectiva. Volviendo la vista hacia otro punto, deshacemos con la mirada perdida, el camino de subida, más sosegados y con cierto resoplo.
“Callaos condenadas que me vais a delatar”.
Un último detalle, como la resina se desprende gota a gota de la rama fragmentada del pino que nos recibió como anfitrión, demostrando que no todo es malo en los cultivos forestales, a veces tiene recompensa.
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