domingo, 3 de marzo de 2013

ESCRITO EN LA NIEVE


El núcleo rural alavés de Astulez fue el punto de partida para la realización del seguimiento de los animales a partir de sus huellas,rastros y señales que impartió in situ Félix Martínez de Lezea. Glosar en un ligero paseo de media jornada lo que se observó es harto complicado resumiendo con lo más significativo que os detallamos a continuación.


Apenas transcurridos unos metros a la salida del pueblo nos topamos con una huella representativa. Corresponde a la de un gato silvestre cuyo aspecto es redondeado y sus garras retráctiles raras veces se marcan.


Caminábamos por una variada vegetación: entre pino albar,encinares, bosques de haya,y quejigo como muestra la imagen superior.


Oteando el horizonte sobrevuela sobre nuestras cabezas el buitre leonado en las proximidades del pueblo. Sumergidos en la tarea a media ladera escuchamos el trinar de un ave: el pito negro advierte al resto de nómadas del bosque de nuestra presencia en su terreno.

Entre la más significativa la huella de este zorro que atravesaba la pista por la que circulábamos en busca de alimento para nutrirse. Al contemplar la huella de la almohadilla de la planta puede verse una especie de V invertida.

Más adelante encontramos los rastros del plumaje de lo que pudieron ser los últimos días de vida de un ave pequeña que anida en este terreno; el mosquitero.

 La vegetación predominante de la zona también nos facilitó alguna pista. El ramoneo del corzo sobre estas hojas tiernas de la parte baja de la encina denotan su presencia en el hábitat.

 Este pequeño charco nos marca la presencia de otro habitante del bosque; el tejón, que marca su huella con los dedos pegados y prácticamente alineados semejando una mano.

 Esta huella ancha y redondeada se corresponde con la presencia del jabalí. Hay que fijarse bien en las pequeñas pezuñas atrofiadas, ubicadas en la parte posterior de las pezuñas verdaderas denominada pesuño. Un pequeño punto que se marca tanto a la izquierda y a la derecha de la pata, no siempre perceptible en el rastro.

 Otra marca inconfundible  que observamos es la del  mirlo común.La presencia de un dedo posterior muy desarrollado proporcional al pájaro mayor capacidad adaptación a la vida arborícola.


 La oquedad sobre este viejo árbol es el resultado del trabajo de algún pícido en busca de sustento para alimentarse.

 Restos desperdigados por el suelo de piñas roídas por la ardilla en busca de piñones para sobrevivir en la etapa invernal.

 Apenas imperceptible a la vista este rastro poco marcado sobre la nieve de un roedor y su cola que atraviesa el camino de izquierda a derecha.

 Depositada en el suelo y encontrada por un avispado observador aparece la pluma de un ave que transita por este lugar con cierta frecuencia; el zorzal real.
 Las deyecciones encontradas bajo la copa de un árbol nos indicaban la reciente presencia de aves que habían pasado la noche en ese lugar como dormidero.


Esta cuerna de corzo de dos años aparecía clavada en un friso de una puerta de una vivienda de la localidad denotando la frecuente presencia de este mamífero por el bosque.

Por último, una muestra de una nuez roída por una ave trasladándola desde el árbol hacia algún comedero en el suelo. Esta se encontró en la parte trasera de la iglesia de la localidad.


A modo de prolongación de esta información os dejo otra  relacionada que se impartirá en Cantabria durante el fin de semana del 15 al 17 de Marzo. Más detalles al pinchar sobre la fotografía.

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